Los cangrejos y langostas cuentan con alrededor de 100,000 neuronas y, aunque esto pareciera ser nada en comparación de los mamíferos, de igual manera hace que reaccionen ante estímulos amenazadores y su sistema nervioso sea extremadamente desarrollado para su tamaño y capacidad.
Hasta hace poco, no existían pruebas de que un crustáceo como estos pudiera sentir dolor, por lo que se ha inculcado una cultura de matarlas lenta y cruelmente que, ahora que se sabe que sí sienten dolor, no ha parado. Estos invertebrados comúnmente se hierven vivos o son cortados por la mitad.
Por medio de estudios científicos, se ha encontrado que, al ser hervidas, las langostas sienten dolor. Probablemente, no sea como nosotros lo conocemos, pero se ha visto cómo sacuden la cola y arañan los costados de la olla con la intención desesperada de escapar. Es importante conocer también que, al contrario de los humanos u otros animales, el sistema nervioso de las langostas no entra en shock; por lo tanto, al ser cortadas por la mitad, su sistema nervioso puede seguir activo hasta una hora, haciendo que obviamente sigan sintiendo un dolor insoportable.
Aparte de sentir dolor, las langostas pueden sufrir ansiedad.
Las langostas y otros crustáceos pueden llegar a sentir una ansiedad bastante parecida a la que los humanos sentimos e incluso se trató con un medicamento similar al que se les da a los humanos. Un equipo de científicos franceses expuso a estos crustáceos a un campo eléctrico con distintas descargas, seguido de esto se les situó en un tanque con zonas oscuras y claras. Los crustáceos que habían recibido descargas eléctricas bajas optaron por zonas más claras. Mientras que los crustáceos que habían recibido descargas eléctricas más fuertes decidieron permanecer oscuros, lo que los tranquilizaba. Su ansiedad puede permanecer durante varios días, incluso. A los más ansiosos, se les administró clordiazepóxido (CDZ), un ansiolítico, que les género un comportamiento más confiado, tranquilo y menos inhibido.
Un dato interesante es que las langostas no envejecen como los humanos u otros animales. Con esto no me refiero a que sean inmortales; sin embargo, pueden llegar a los 100 años sin ningún cambio notable en su vitalidad. Lo que sucede es que mientras crecen las langostas van cambiando de caparazón, lo cual necesita de mucha energía. Por lo tanto, su muerte se da por el gran gasto de energía que conlleva este proceso a lo largo de su vida entera.
Por último, ¿qué se hará con respecto a este problema?
Pues aunque es un mito que las langostas gritan cuando se les hierve, esto no indica que no sufran. La seguridad alimentaria es la principal razón para hervir langostas vivas. Cuando el crustáceo fallece, en su carne hay bacterias dañinas que ni la cocción puede matar. Pero aunque, en lo personal sí creo en el ciclo de la vida y que otros animales pueden ser alimento, no creo que haga sentido que bajo estas condiciones las langostas sean uno de ellos, por lo que prefiero no comerlas, más es una elección personal.
El gobierno de Suiza ordenó recientemente que las langostas y otros crustáceos no sean hervidos con vida. Dijeron que al hervirlos sienten dolor y que este método debería ser reemplazado por una muerte más rápida. Y aunque el científico que llevó a cabo la investigación que dio el sustento para la decisión del gobierno señaló que no tiene total certeza de que las langostas sienten dolor, lo preocupó tanto que le bastó cocinar una vez una langosta viva para decidir nunca volverlo a hacer.