A veces, lastimamos a quienes más queremos sin siquiera quererlo. Es un círculo doloroso, una herida que se abre en el corazón con cada palabra mal dicha o cada acción impulsiva, creo que pasa porque nos sentimos cómodos, demasiado cómodos. Muchas veces dejamos la buena comunicación por la comodidad que ya tenemos con esa persona y no hablamos de lo que nos incomoda.
Creo que también influyen las expectativas, muchas veces creamos un personaje de las personas que amamos y ese personaje no es real, solo termina creando una idea falsa en nosotros. Queremos lo mejor para ellos, queremos que vean en nuestra misma dirección, y cuando no cumplen con esas expectativas, ya sea por sus acciones o simplemente por nuestras ideas falsas, nos podemos decepcionar y, nos duele.
Además, a veces nos dejamos llevar por nuestra propia ansiedad o problemas. La vida nos golpea a todos de diferentes maneras, y a veces eso puede convertirnos en otras personas diferentes a quienes somos. Y, lamentablemente, a veces son las personas que están más cerca de nosotros quienes soportan el peso de nuestros problemas.
Pero, lo importante es ser consciente de estas tendencias y trabajar en ellas. A veces, la clave está en reconocer nuestras propias fallas y aprender a ser más compasivos con nosotros mismos y con los demás. Porque al final del día, todos aprendemos, y el amor y la comprensión son las cosas que nos llevan a sanar en vez de lastimar.