“Era nuestro derecho a la vida y no íbamos a dejar que nadie nos quitara ese derecho”, Carlitos Páez
El miércoles 14 de febrero tuve la oportunidad de sentarme a platicar con Carlitos Páez.
Carlitos Páez nació el 31 de octubre de 1953 en Montevideo, Uruguay. Se dedicó a ser técnico agropecuario, empresario, escritor, publicista y conferencista. En el pasado, jugó rugby en el equipo Old Christians Club. Esto lo llevó a pasar una de las experiencias más duras del mundo: sobrevivir a un evento que probablemente todos conocemos, el accidente del Vuelo 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya.
Más que una entrevista, tuvimos una conversación profunda y cruda, por lo tanto, se me dificulta plasmarla en papel de una manera en la que ustedes, los lectores, puedan sentir lo que yo sentí al escuchar esta historia tan sobrehumana. Inefable se queda corto.
Para empezar, hubo una pregunta concreta que me interesó hacer: ¿Cómo fue la experiencia de regresar a Uruguay y tener que retomar tu vida?
«Bueno, regresar a Uruguay fue una experiencia extraña. Obviamente estábamos muy felices de haber podido regresar, por un lado, pero también las familias de quienes no habían regresado estaban muy involucradas en todo. Nosotros vivimos el luto hasta llegar a Uruguay, en la montaña era imposible. A mí me pegó muchísimo haber regresado y que mis dos mejores amigos no. No, cuando regresamos a Uruguay no podíamos celebrar. No podía celebrar que yo regresé y que mis mejores amigos no».
A partir de otras preguntas que le iba haciendo, surgió una gran conversación. Los cinco minutos que nos dieron para platicar, se tornaron en una hora.
Ciertamente hay un tema sumamente controversial que ronda toda esta historia. El supuesto «canibalismo» o antropofagia que se llevó a cabo al alimentarse de sus compañeros fallecidos. El morbo de los externos sugirió que tales acciones eran las de gente loca, inmoral y despreciable. Al ser el primer evento como tal que había sido registrado, causó demasiada curiosidad y nos creímos aptos para decidir si era lo correcto o no.
Y me pregunto, ¿quiénes somos para opinar? Voy a hacer la exacta pregunta que Carlitos me hizo a mí: «¿tú lo hubieras hecho?» a lo que mi respuesta fue «Sí. Sin dudarlo». Entonces entendí lo que tanto me había repetido. Era su derecho a la vida, era la única manera que tenían para sobrevivir y no iban a dejar que nadie les quitara ese derecho.
Pasando a la película La sociedad de la nieve. Mi principal observación trató de cómo esta fue una oportunidad de encontrar paz. Carlitos me dijo: «Las familias de los que no regresaron encontraron paz hasta el mismo día que vieron la película, porque concretamente lo que hizo fue darle voz a quienes no sobrevivieron». En esta pieza de cine, nos damos cuenta de que en esta historia no solo fueron 16, fueron todos los 45 que iban en ese vuelo, fueron los 26 que sobrevivieron la caída del avión, fueron las familias de los pasajeros, fueron los 16 que regresaron.
Una de las versiones pasadas que esta historia tuvo en las pantallas fue Viven, estrenada en 1993. El principio y final de Viven fueron escritos por Carlitos Páez. Sin embargo, los dos tenemos la misma opinión acerca de la película, llegó a ser un tanto hollywoodense y se centró singularmente en quienes lograron sobrevivir. Carlitos está enamorado del trabajo espectacular que el equipo de maquillaje, producción, Bayona, Felipe Otaño, los demás actores y el resto del equipo hicieron en La sociedad de la nieve. Al fin y al cabo, por algo ganaron 12 Premios Goya y fueron nominados a dos premios de la Academia.
Él mismo cree que otro efecto que tuvo La sociedad de la nieve fue el poder de conmover a mi generación. Siendo esta una historia que no conocíamos, le volvió a dar un espacio e impactó nuestras mentes y corazones desde una perspectiva nunca antes vista.
Al terminar de leer, lo que quiero que se lleven con ustedes de este artículo es lo mismo que me llevé de mi plática con Carlitos. Quiero transmitirles este sentimiento que quedó en mí. Quiero que tengan un entendimiento de esta historia a un nivel más personal que traspasen la pantalla el frío que pasaron, la fuerza que tuvieron, las decisiones tan duras, los traumas, las críticas que recibieron; lo que ganaron, lo que perdieron. Todo es real. Quiero que esta historia no pierda su lugar. Quiero que nunca más se vuelva a olvidar.