Desperté, lo primero que vi fue la mano de mi mamá llena de sangre recostada en el asfalto, justo a mi lado. A lo lejos escuchaba el ladrido de mi perro, Rolly, que pedía ayuda. Cada vez más cerca se oía cómo una ambulancia se aproximaba para salvarnos. Luego de eso no recuerdo mucho, me desperté en una camilla de hospital, estaba ileso y no tenía ni un golpe. No pasó mucho antes de que una señora alta y rubia se acercara a mí, «hola» fue todo lo que dijo. Se sentó al lado de mi cama viendo al piso, fue ahí cuando entendí que mis padres no lo habían logrado y que solo quedamos yo y mi perro. No sentí ningún tipo de dolor, amaba a mis padres, pero su muerte no me afectó tanto como debería.

En las películas vi que cuando los papás de un niño mueren lo llevan con un familiar, pero yo no tengo familia. Tengo a Rolly. Moví mi cabeza hacia la señora rubia, ella me dijo que se llamaba Mari y que estaba encargada de mi caso. Le pregunté por qué yo era un caso, ella me explicó que cada vez que un niño se quedaba solo le daban un ayudante para encontrar una nueva familia, y esa era ella para mí. Yo estaba extrañado, ya que no estaba solo, tenía a Rolly. Cuando se lo dije, ella sonrió cálidamente, me tomó de la mano y luego de firmar unos cuantos papeles me llevó hasta su auto. Me quedé dormido casi todo el camino. Calculo qué pasó como una hora antes de que ella se detuviera en un edificio grande, pintado de blanco que decía «Orfanato Santa María». Al entrar, mi habitación ya estaba lista, tenía un peluche y decía mi nombre en un cartel blanco fuera de la puerta, pero por alguna razón mi perro no estaba ahí. Estaba asustado, no sabía qué era de Rolly, rápidamente fui con Mari, la abracé y le pregunté dónde estaba mi perro. Ella me explicó que Rolly y yo deberíamos ir a familias diferentes. Estaba furioso, en el hospital ella me había prometido que estaría con mi perro.

En mi cuarto había una ventana no era muy grande, pero un niño pequeño como yo sí cabía. Pasé toda la tarde planeando cómo escapar por ella e ir en busca de mi perro. Esperé a que nadie estuviera rondando enfrente de los cuartos, más o menos a las doce de la noche o una de la mañana. Abrí la ventana y el miedo invadió mi cuerpo, pero eso no me detuvo. Me aventé. Caí parado, mis tobillos no me dolieron ni un poco. ¿Cómo podía ser esto que me tiré desde el cuarto piso del edificio? No lo pensé mucho y seguí adentrándome en el bosque, pero hacía mucho frío, cada paso que daba me cansaba más y tenía mucho sueño. Llegó un momento en el que ya no podía más, me tiré al piso a dormir solo unos minutos; a pesar del frío, lo único que yo quería era descansar. Estaba a punto de cerrar mis ojos y echarme a dormir, pero algo me detuvo.  Escuché un llanto, no era cualquier llanto, era el llanto de Rolly. Tuve un golpe de energía y corrí hacia el llanto de mi amigo. ¡Era él! Y estaba justo enfrente del pórtico de mi casa, en el buzón todavía decía el apellido de mi familia. Conforme me acercaba, me di cuenta de que Rolly no estaba bien, estaba herido, parecía que lo habían atropellado. Ambos estábamos cansados, no teníamos fuerzas suficientes para movernos. Yo me recosté en el regazo de mi mejor amigo. Él apoyó su cabeza en el piso del pórtico. Compartimos el poco calor corporal que nos quedaba hasta ayer daños totalmente dormidos.

PIP PIP PIIII…… Morí a las 14:21. A lo lejos, escuché cómo un doctor describió mi caso, dijo que el niño de la habitación 6, un pequeño de siete años, canche y de ojos claros, había fallecido a causa del accidente en el que el resto de su familia también había muerto, incluido Rolly. Por fin, estábamos todos juntos, según lo que mamá dijo, nunca nos separaremos otra vez, nunca sentiremos dolor otra vez y seremos felices. Esta vez nadie me quitará mi felicidad.

Autora

Miranda Ovalle Asensio

Mi nombre es Miranda Ovalle Asensio. Nací el 11 de marzo del 2006 en la ciudad de Guatemala. Soy una persona muy apasionada por vivir la vida un día a la vez. ¡Si puedo ayudar a quien sea en el camino, lo haré sin dudas! Disfruto de viajar y conocer cosas nuevas. Pero la mejor manera de pasar mi tiempo es platicando por largos ratos y riéndome con las personas que más amo.

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