Creo que la motivación y la disciplina son dos valores que siempre han ido juntos de la mano. Sin la motivación, no hay disciplina, y sin la disciplina no hay motivación. Para cualquier hábito que llevemos en nuestra cotidianidad se ven presentes, ya sea para algún deporte, alguna clase o algún aprendizaje o actividad extracurricular que llevemos.

La motivación es algo que puede ayudar a cualquier individuo a mantenerse en acción, lograr los procesos necesarios e implementar las acciones pertinentes para conseguir un logro, objetivo o saciar una determinada necesidad. Para realizar, avanzar o terminar un trabajo, se requiere de la motivación, pues es lo que impulsa al individuo a seguir adelante, enfocándose, como la definición lo dice, en nuestras metas y objetivos.

La disciplina es la capacidad de las personas para poner en práctica una serie de principios relativos al orden y la constancia, tanto para la ejecución de tareas y actividades cotidianas, como en sus vidas en general. En mis palabras, diría que la disciplina es la realización de tareas y actos cotidianos que se vuelven un hábito, manteniendo un paso constante y equilibrado.

Es muy común que, debido a razones como la ansiedad o acumulación de tareas en nuestra cotidianidad, en cualquier ámbito, académico o personal, se nuble nuestra puntualidad con estas y se atrasen nuestros procesos mentales y de producción. La motivación no es algo estable, puede variar por nuestro estado de ánimo y, según Judith Vanegas, por el aburrimiento, pesadez en nuestras rutinas, la falta de un propósito, la búsqueda insaciable de la perfección, el estrés y el exceso de preocupaciones. Aquí es donde entra la disciplina, que nos ayuda a actuar incluso cuando no tenemos motivación. Esto se da porque la motivación está relacionada con la razón. Viene del cerebro, y es el cerebro el que sabe cuando lo que tenemos que hacer sirve para alcanzar alguna meta.

La eficiencia no tiene estado de ánimo, por eso para lograr un resultado contundente y perdurable la disciplina supera a la motivación. La diferencia más grande entre ambas conductas está en que la disciplina funciona hasta en estados de humor en los que te sientas indispuesta…En breves palabras, la disciplina es un sistema y la motivación un objetivo. Tiene una simetría muy particular en la que la disciplina es constante y la motivación pasajera.

Ana Carolina, de Ok Chicas

La disciplina conlleva reglas, manda a nuestro cerebro y a nuestro sistema nervioso a actuar por obligación, por habito o rutina. Es por esto que, en mi opinión, la disciplina va antes que la motivación. Cuando no tenemos las ganas de hacer algo, es la disciplina la que se encarga de realizarlo de igual manera. Pero, es importante también entender que no se puede nacer con la disciplina, pues, como un hábito, se construye y se desarrolla y debe venir de nuestra propia voluntad.

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Autora

Anika Capuano

Hola, mi nombre es Anika Capuano. Estoy en tercero básico. Me encanta leer y escribir de todo, empecé desde pequeña y desde entonces me apasiona mucho. Es algo que hago en mi tiempo libre, al igual que bastantes otras cosas. Considero que es una forma de arte, ya que nos podemos expresar libremente, y es por eso que decidí tomar un poco de mi tiempo para escribir en el e-capirucho.

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