La música ha cumplido un papel fundamental en la historia de la humanidad. Ha sido un medio para transmitir mensajes de impacto social, inspirar mentes, preservar culturas y unir a las personas. Aun en el presente, la música sigue siendo una parte importante de la vida de muchos. En lo personal, uso este medio para llenar espacios monótonos de mi rutina, como hacer ejercicio, realizar tareas y escribir artículos. Y cada vez que disfruto de estos momentos, el mismo pensamiento se aferra a mi mente: ¿por qué escuchamos música y por qué tiene una conexión tan estrecha con nuestras memorias y sentimientos?

Antes de empezar, es importante entender qué son las emociones desde un punto de vista biológico. Los sentimientos son regulados por diversos neurotransmisores en el cerebro. Los neurotransmisores son químicos mensajeros que permiten el envío de señales entre neuronas y otras células de todo el cuerpo. Cuando sentimos emociones, lo que realmente está sucediendo es que estímulos externos recopilados por los sentidos están regulando la cantidad de algunos neurotransmisores. Por ejemplo, cuando percibes algo que te gusta, los niveles de serotonina (un neurotransmisor) en tu cerebro aumentan, lo cual provoca que te sientas feliz. Esto es relevante, ya que la música es un estímulo que percibimos con nuestro sentido del oído y, por lo tanto, tiene un efecto en estos químicos.

Sin embargo, escuchar música no solo nos hace sentir bien. Se ha comprobado que escuchar música con regularidad ayuda a calmar sentimientos que son casi universalmente reconocidos como negativos, tales como la tristeza, la ansiedad y el enojo, y a mejorar los síntomas de algunas afecciones mentales como la depresión. También ayuda a liberar sentimientos reprimidos y mejorar nuestro estado de ánimo. Además, algunos estudios afirman que la música contribuye al desarrollo cognitivo de las personas.

Ahora, logramos entender la relación entre la música y las emociones, pero todavía nos queda una incógnita por resolver: ¿cuál es su conexión con la memoria? Después de todo, la música a menudo funciona como una máquina del tiempo que nos transporta al pasado y nos hace recordar personas, ámbitos y situaciones que muchas veces son particularmente especiales para nosotros. Robert Zatorre, un neurocientífico argentino, hizo un examen radiológico cerebral a un grupo de voluntarios mientras escuchaban sus canciones favoritas. Zatorre esperaba que la corteza cerebral se activara, pero sucedió algo totalmente inesperado. Dos regiones distintas del cerebro —el lóbulo frontal y temporal— se activaron. En las propias palabras del neurocientífico, «era como si la materia gris se encendiera como un árbol de Navidad». El neurólogo Mark Jude Tamo sugirió que esto se debe a que la música jugó un papel esencial en la evolución de los seres humanos. Argumenta que las personas comunicamos cómo nos sentimos por medio de sonidos como llantos, gritos y exclamaciones.

Esto podría explicar por qué la música y los recuerdos tienen una relación tan cercana. Los seres humanos hemos evolucionado para interpretar y recordar ciertos sonidos que eras necesarios para interactuar y sobrevivir. Por ello, anclamos ciertas canciones a instancias de nuestro pasado —es un efecto secundario de nuestro desarrollo como especie. Por esta peculiaridad, la música está siendo utilizada en muchos centros de salud mental como tratamiento para la enfermedad de Alzheimer y otros trastornos que causan el deterioro de la memoria. Escuchar canciones relacionadas con la juventud de los pacientes podría ayudarlos a reconstruir esas conexiones perdidas y recuperar fragmentos perdidos de su pasado.

En conclusión, la música ha adquirido una conexión muy estrecha con los sentimientos y los recuerdos de los seres humanos por nuestra evolución y este vínculo hace que sea fundamental en nuestras vidas. Así que, ¡a escuchar música se ha dicho!