Llegando al restaurante, estaba lista para pedir la misma orden de siempre pero no sé por qué decidí pedir algo diferente, con ingredientes que normalmente no me encantan y… me gusto más ese plato. «Más vale lo viejo conocido que lo nuevo por conocer», ¿cuántas veces no he escuchado eso?

Tendemos a elegir algo y apegarnos a eso para siempre o, aunque sea, por un largo tiempo. Tal vez porque nos hace sentir seguridad o por miedo a lo distinto. Un simple plato nos abrirá nuevas puertas, podría ser lo que inconscientemente estemos pensando. Y es cierto, a lo mejor un plato no, pero un nuevo color de cabello, a qué hora te despiertas cada mañana, qué decides escuchar, leer, decir, en qué gastas tu tiempo y tus energías y con quiénes. Es cada detalle nuevo en nosotros o en nuestra vida lo que nos abre nuevas puertas.

La gente es contradictoria, pues dice que el cambio es bueno, pero no le gusta hacer cosas nuevas. Creo que esta ecuación no es tan clara como parece. No es blanco o negro, es gris; por lo menos en mi experiencia, va algo así. Odio la rutina, detesto lo mismo, pero odio aún más esa transición entre lo mismo y algo nuevo, pero mejor. Es difícil para mí desacostumbrarme a hábitos o a personas; por ejemplo, intentar comer bien: empiezo diciendo que lo voy a hacer, que voy a esforzarme en ser más saludable, pero en el instante en que me quiero rendir, en vez de procurar ser fuerte, como mal, porque igual iba a pasar como siempre. Okay, tal vez otro ejemplo. Hay personas a las que queremos tanto y nos hace daño estar cerca de ellas, nos alejamos por el bien de todos, pero cuando nos buscan un poquito más de lo normal les damos otra oportunidad creyendo que ahora va a ser diferente.

No importa cuántas veces y de cuántas formas hagamos lo mismo, los resultados no van a cambiar por arte de magia. La comodidad es preciosa, apreciada, relajante, pero es cansada y aburrida. Repito; no importa cuántas veces y de cuántas formas hagamos lo mismo, los resultados no van a cambiar por arte de magia. Es una cuestión de poner al futuro antes que al presente. En pequeños pasos puedes caminar millas. Asegúrate de que estos pasos no sean en espiral. Asegúrate de que cada pequeña decisión que hagas te haga crecer, no quedarte igual. Asegúrate de que de aquí en un año no estés viendo lo mismo.

Sí. Duele. Duele dejar lo que hemos abrazado por tanto tiempo, en el pasado, pero lo vale. Si algo he aprendido, y esto es algo que, aunque no llevo mucho de vida, sí tengo totalmente claro, es que dejar lo que nos pesa no es perder, es ganar lo que nos sostiene. Dejar todo esto malo cuesta, pero siempre, absolutamente siempre viene algo mejor. Solo hay que estar dispuestos a, primero, trabajar por ello y, segundo, aceptarlo.

«Tu vida no cambiará a menos que cambies algo que haces diariamente. El secreto del cambio está en tu rutina diaria», John Maxwell.

Llegando al restaurante, ordena algo diferente; llegando al salón, córtate el cabello de forma inusual; no te acerques a alguien que no te suma; contesta con gentileza, no con drama; besa y no golpees. Puede que te guste más, puede que sin darte cuenta no vuelvas atrás.

Foto de Pixabay: https://www.pexels.com/es-es/foto/persona-sosteniendo-platos-de-pasteleria-en-platos-de-ceramica-blanca-262978/

Autora

Sophia Solis

Sociable, organizada, creativa y determinada… Esos fueron los principales adjetivos con los que mis amigos me describieron. Mucho gusto, mi nombre es Sophia Solis. En este espacio vas a encontrar de todo, literalmente de todo, pero visto desde mi perspectiva. Hablaré de temas sensibles y superficiales, desde política y salud mental hasta moda y diversión, pero siempre dándole un twist crítico, honesto y con una partecita de mi. ¡Te invito a leer desde mi perspectiva!
Artículos de la autora