En este espacio, María José nos irá contando historias que le han contado a ella. Así que estas historias que leerás no son sus anécdotas, ella solo les dará forma a las historias de los demás.

Estaba pensando en la siguiente anécdota que contaría, porque después de todo, esa es mi columna. Sin embargo, no se me ocurría ninguna persona que pudiera ser adecuada para mi último artículo del año, hasta que recordé que mis compañeros y yo estábamos dirigiéndonos a una etapa llena de recuerdos y momentos especiales: ser seniors. Yo, María José Quezada, no siempre fui una alumna Montessori, pero les contaré mis recuerdos desde el momento que pisé por primera vez el grandioso Colegio Internacional Montessori, hasta los momentos donde no pude pisar más que el suelo de mi casa por culpa de la pandemia. Esta historia, comienza aquí.

Cuando estaba en tercero primaria mi mamá decidió que trataría de conseguirme un cupo para hacer el examen de admisión al colegio a pesar de que había fracasado ya muchas veces. Esta vez fue diferente, ¡por fin consiguió un lugar para mí! El único problema es que yo no estaba preparada para comenzar una nueva etapa, quería mantenerme dentro de mi zona de confort, donde no tuviera que enfrentarme a la realidad de tener que hacer nuevos amigos, conocer nuevas instalaciones y tener que acostumbrarme a tantas cosas. No sabía cómo manejar toda esa presión. Claro, no tenía más opción que presentar el examen. Nunca fui de las que le gusta responder mal los exámenes, por lo que decidí hacerlos bien, con excepción del examen psicológico. Hice todo lo posible para tratar de convencer al orientador de que no era la indicada para estar en este colegio, pero por supuesto el destino tenía otros planes para mí, porque evidentemente entré.

Tenía que aprender tantas cosas, nuevos reglamentos, nuevos métodos de trabajo, pero, sobre todo, nuevas amistades. Afortunadamente, mis compañeros me recibieron con los brazos abiertos a pesar de pasar la humillación de venir al primer día de clases con el uniforme que no tocaba. Nunca olvidaré la calidez que sentí cuando comencé a hacer amigos, algo que no esperaba hacer, mucho menos tan rápido. Así fue como estuve pasando los años con risas, lágrimas, recuerdos, festejos y todas esas emociones que nos unen y nos hacen ser el grado que somos. Claro, no siempre han sido arcoíris y colores, pero siempre recordamos que siempre seremos parte de la misma promo, y eso es algo que nos mantendrá unidos por siempre.

Avanzando un poco más, al 2020 para ser precisos, pensaba (como todos) que sería un año normal. Recuerdo que tenía una sensación extraña sobre el año que sería, pero decidí mejor ignorarlo, porque no quería traer ningún tipo de energías negativas, porque quería que fuera un buen año. Un día estaba en el carro y recuerdo que mi mamá me preguntó si sabía lo que era el coronavirus. Yo le respondí que no, pero no le di mucha importancia porque pensé que no iba a ser algo muy grande estando tan lejos de Guatemala. Luego comencé a escuchar más y más noticias sobre el virus y sobre cómo estaba invadiendo país por país. Fue entonces cuando supe que no se trataba de algo ligero. El día que se descubrió que llegó a Guatemala, recuerdo que estábamos todos un poco nerviosos, no por el covid, sino porque teníamos un examen importante ese día, no recuerdo exactamente de qué. De repente, escuché gritos diciendo que oficialmente había llegado al país y que tendríamos que permanecer en casa durante tres semanas.

Como la mayoría de personas, no le dimos mucha importancia, pensando que sería un momento para descansar, especialmente porque estábamos saliendo del primer periodo, que había sido un poco tenso. En el chat del grado, bromeábamos que iríamos a la playa o de viaje aprovechando el tiempo que tendríamos. Claro, no fue para nada lo que esperábamos. Tres semanas se convirtieron en dos meses; dos meses, en seis meses y así hasta que nos quedamos en casa indefinidamente.

Nuestros compañeros y yo extrañábamos pasar momentos juntos, hacer esas actividades que tanto nos gustaba hacer y simplemente estar cerca los unos a los otros, pero no quedaba más que esperar a que quizás en algún momento las cosas cambiaran.

Ahora, 2021. Estábamos más que conscientes de que pronto sería nuestro año de graduandos, pero temíamos que las cosas no fueran a progresar para ese entonces, no solo para pasarla bien, sino también para garantizar la salud de todos y todas. Luego, llegó la sorpresa, se comenzaría a implementar el método híbrido. Fue una muy grande noticia para muchos de nosotros.

Primer día en método híbrido. Notamos que muchas cosas eran diferentes, evidentemente. Extrañábamos ese sentimiento de tener que esperar en la tienda, ir al Mirador para las charlas, tener kermés, Lunada y mucho más, pero por lo menos ahora estábamos juntos nuevamente. Sabíamos que el miedo por estar de forma presencial no cambiaría para todos, pero eso estaba bien, porque siempre encontrábamos la forma de comunicarnos los unos con los otros.

Finalmente, la última semana como cuarto bachillerato, un paso más para lo que son los momentos más grandes de nuestras vidas. Queríamos animar el momento y la situación, queríamos buscar la forma de sentirnos lo más únicos nuevamente. Es por ello que decidimos que tendríamos una Spirit Week para la última semana y que nos pudiéramos reír a pesar de los nervios de los exámenes y de saber que pronto seríamos seniors. ¡Fue todo un éxito! Ahora solo queda esperar ver qué más nos queda como la promo 2022.

Han pasado ya siete años no me haya sentido orgullosa de ser montessoriana, pero, sobre todo, por ser parte de la promo 2022. Gracias a todos por hacerme sentir como en casa, hacerme los días más felices y por darme recuerdos que tendré conmigo por el resto de mi vida. Somos muy fuertes y valientes por haber prevalecido como el grado que somos a pesar de todos los obstáculos por los que hemos pasado. Ahora podemos decir «Lo logré, he llegado a la recta final».

Autora

María José Quezada

¡Hola! Mi nombre es Majo Quezada y disfruto leer y escribir. Para mí, leer es cuando puedo liberarme, imaginar y expresar lo que siento. A menudo imagino que estoy en la época medieval. Es por eso que mucho de lo que escribo es sobre personajes fantásticos como héroes y princesas; sin embargo, también me gusta estar al tanto de lo que pasa en el mundo actual. Me gusta pensar que soy una persona un poco anticuada, pero moderna a la vez. Disfruto de casi todos los géneros de música, bailar, salir a fiestas y cosas normales que hacen los adolescentes. Imaginar para mí es un medio para organizar mis pensamientos y seguir adelante con la vida. Como Walt Disney dijo: «Cuando creas en una cosa, cree en ella todo el tiempo, de manera implícita e incuestionable».

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