Nadie piensa nunca que se ganará la lotería, pero muchas veces lo que necesitamos es un poco de la ley de atracción. Si nosotros deseamos con fuerzas las cosas, puede que lleguen a suceder antes de lo que nos imaginemos.
Como muchos, mi familia sufrió un poco durante la pandemia. Tuvimos que vender ciertas cosas para poder mantenernos en pie; sin embargo, poco a poco las cosas fueron cambiando y el trabajo de mi papá fue despegando nuevamente. A pesar de ello, toma tiempo recuperarse.
Una de las cosas que vendimos fueron uno de los dos carros que teníamos. Claro, puede no parecer un gran problema, pero lo es cuando no hay forma de salir por no tener carro. Mi papá trabajaba desde muy temprano y, por supuesto, se llevaba el carro, dejándonos a mi mamá, hermanos y a mí sin poder salir. Tuvimos que estar acostumbrados después de un año en cuarentena, pero las cosas se estaban complicando, sobre todo cuando se trataba de ir al súper o hacer mandados. No nos quejábamos porque sabíamos que mi papá trabajaba duro por regresar a la vida que teníamos.
Un día, gracias a un negocio que mi papá acababa de cerrar, decidimos ir todos a celebrar e ir a comer tacos a algún lugar. Mi mamá se recordó que había un restaurante Camioncito cerca de nuestra casa y que podríamos comer allí. Disfrutamos de la comida, llenamos nuestros estómagos, compartimos como familia y celebramos en alegría. En el local al lado del restaurante, había una panadería. Mi mamá recordó que tenía que comprar pan para las refacciones de la casa.
Entramos a la panadería, agarré algunos bocadillos y fuimos a pagar. El cajero nos comentó que estaban vendiendo tickets para la lotería. El premio serían Q75,000.00. Ninguno de nosotros pensábamos que ganaríamos algo, pero costaba nada más cinco quetzales. Contento, el cajero nos dio el ticket y con una moneda raspamos para ver si el número era del ganador. Con poca fe revisamos el primer número y coincidía, revisamos el segundo número y coincidía, revisamos el tercer número y coincidía, el cuarto y el quinto. Para este momento ya estábamos emocionándonos y estábamos preparados para ver el último número y ¡Coincidía! ¡Habíamos ganado la lotería!
Se sentía raro decir en voz alta que habíamos ganado esa cantidad de dinero, sabíamos que significaría de gran apoyo para nosotros como familia. El cajero nos explicó cómo funcionaba el proceso para recolectar el dinero.
Luego de hacer todos los trámites para obtener el dinero, era momento de decidir lo que haríamos con él. Después de todo, nunca realizábamos algo sin consultarlo como familia antes. Se realizaron varias propuestas, un viaje, shopping, teléfonos, etc. Pero hubo una propuesta en la que todos estábamos de acuerdo que era lo mejor…un carro. Era lo que más necesitábamos el dinero, y si lo comprábamos bien, quizás sobraría dinero para algo más.
Fuimos a la agencia y encontramos el carro de nuestros sueños. Ya no tenemos problemas con salir y hasta tenemos una mejor convivencia como familia. El negocio de mi papá efectivamente despegó y estamos mejor que nunca. Esto demuestra que los sueños se hacen realidad, solo hay que quererlo con fuerza y hacerlo realidad.
Autora
María José Quezada
¡Hola! Mi nombre es Majo Quezada y disfruto leer y escribir. Para mí, leer es cuando puedo liberarme, imaginar y expresar lo que siento. A menudo imagino que estoy en la época medieval. Es por eso que mucho de lo que escribo es sobre personajes fantásticos como héroes y princesas; sin embargo, también me gusta estar al tanto de lo que pasa en el mundo actual. Me gusta pensar que soy una persona un poco anticuada, pero moderna a la vez. Disfruto de casi todos los géneros de música, bailar, salir a fiestas y cosas normales que hacen los adolescentes. Imaginar para mí es un medio para organizar mis pensamientos y seguir adelante con la vida. Como Walt Disney dijo: «Cuando creas en una cosa, cree en ella todo el tiempo, de manera implícita e incuestionable».