Querido diario:

Mi vida, la verdad, no ha estado para nada interesante en estos últimos días, entonces decidí aprovechar este momento como una oportunidad para escribirte sobre una de las cosas más importantes que me ha pasado, algo que cambió mi vida por completo. Hablo de un ser muy especial llamado Tello, mi mascota.

Todo comenzó el miércoles 23 de abril de 2014, afuera del portón de la casa de mi abuela. Mis papás estaban en el carro y encontraron a este perrito maltratado y cojo, pelo sucio y largo, con un cincho de hombre como collar. En la finca donde mis abuelos viven, hay muchos perros grandes, entonces mi mamá pensó que se lo iban a comer, ya que este era muy pequeño, y decidió que era mejor recogerlo. Lo llevaron a la veterinaria y lo dejaron internado por varios días para vacunarlo, ponerle suero, raparlo, bañarlo, todo lo necesario. También lo internaron en el hospital por otra razón: no querían que yo me enterara. Un día, mi papá consideró que ya era demasiado tiempo y dinero tenerlo en el hospital, así que decidió sacarlo. El día que lo sacó (para ser exacta el sábado 26 de abril), me tenía que ir a recoger a un curso y… ¡oh sorpresa! un perrito blanco, que parecía un murciélago en ese entonces, me estaba esperando en el carro.

Al principio no le tenía mucha confianza, la verdad, le tenía miedo. Esto porque un perrito muy similar había mordido a mi primo, y yo pensaba que era el mismo, pero después empecé a amarlo. La razón porque no me lo querían enseñar era porque no querían que me encariñara con él, porque mi mamá no quería ningún perro. Mientras estaba hospitalizado, les preguntaron a todas las personas que pudieron si lo querían, pero nadie aceptó. Entonces mi papá no tuvo más remedio que sacarlo del veterinario y tenerlo algún tiempo en la casa. Sí me dijeron que no me encariñara porque era posible que se fuera, y así lo hice, ya que tenía muy consciente que sería imposible que mi mamá permitiera un perro. Lo trataba con mucho cariño, como si fuera mío, pero empezaron a pasar los días, que se convirtieron en semanas, que se convirtieron en un mes.

Creo que en el fondo ya sabía que al final no se iría. Ah, y eso de que estaba cojo ¡era una maña! Cuando lo sacábamos a pasear y corría, notamos que la cojera cambiaba de pata, entonces decidimos tomarle un vídeo y mandárselo al veterinario, pero dijo que era completamente normal. Realmente esa su maña fue la razón de que mi mamá lo recogiera. ¡Es un bandido!

Cuando nos pegó un gran susto fue en diciembre del año pasado. El 27 de diciembre, estaba desmotivado. En la tarde comenzó a temblar, tenía la nariz seca y la parte interior de las orejas grisácea (estos son signos de que algo anda mal). Resulta que tenía un problema en la vesícula, realmente no sé con mucho detalle la situación, pero era necesario operarlo. La cirugía tenía muchos riesgos, entonces decidimos esperar. En ese lapso de espera, siempre estaba echado, no quería comer, no estaba como antes. Por esta razón, decidimos aceptar el riesgo de la operación. Fue la mejor decisión que pudimos tomar. Esa operación lo renovó, rejuveneció. Ahora está mejor que nunca.

Una de las cosas que nadie se esperaba a la hora de recogerlo es que fuera un perro divertidísimo. Ya tenía sus gracias incluidas y con el paso de los años, ha estado adquiriendo algunas nuevas. Hace pipí parado de patas, algo que me parece gracioso. También se para en dos patas cuando quiere algo y es bastante celoso. Siempre chilla cuando alguien se abraza o se saluda y no se le está prestando atención. Hubo una época en que se escapaba de la casa; menos mal, siempre lo encontrábamos. Tenemos muchas historias y anécdotas divertidas con él que nunca olvidaremos, tal vez un día te cuente algunas.

Las mascotas tienen un gran impacto en nuestras vidas. Nos consuelan, nos hacen compañía, nos hacen reír. Son únicas y especiales. Como comentaba en una de mis páginas anteriores, hay que apreciar lo que se tiene porque aunque uno lo quiera con todo su corazón, algún día se irá. Yo aprovecho cada día al máximo lo que tengo, como Tello, porque uno nunca sabe lo que pasará el día de mañana.

Autora

Mari Vittorietti

¡Hola! Soy Mari Vittorietti, alumna de Segundo Básico. Desde pequeña me fascina todo lo artístico, especialmente actuar, porque puedo expresarme sin miedo, puedo ser yo misma. También me gusta experimentar y aprender cosas nuevas, porque logro salir de mi zona de confort y me topo con un mundo que desconozco. Le escribo a mi diario sobre mis experiencias, las que pienso que sean interesantes y divertidas, y… las comparto con ustedes. ¡Espero que disfruten los artículos que el e-capirucho tiene preparados para ustedes con mucho esfuerzo y dedicación!

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