Hay diferentes tradiciones, costumbres y formas de vivir la semana santa, cada familia la vive de forma diferente, para mi sin duda es de las mejores épocas del año por muchos motivos: honrar a Dios, pasar tiempo en familia, comer rico y obviamente las vacaciones.

Aunque todos vivamos esta semana de diferentes maneras hay una que me llama mucho la atención y es la de todas aquellas personas quienes la viven con tanta devoción, devoción que es causante de grandes alegrías y, al mismo tiempo, sacrificios. Ver cómo hay tantas personas que cargan procesiones durante largas horas, con su traje caluroso bajo el sol, pero teniendo una actitud positiva y una concentración impresionante, me hace sentir admiración hacia estos cucuruchos.

Siempre creí que los cucuruchos cargaban por obligación, que era un deber para ellos. Hasta que conocí a un niño, un niño cuya pasión era cargar. Él jugaba con almohadas reposadas en su hombro y esperaba con gran ilusión en sus ojos cada año para llegar a Semana Santa y así poder cargar junto a su padre. Ellos dos cargan con gran amor, disciplina y entusiasmo.

Fue así junto a este niño tan especial y su padre lleno de amor como entendí esa pasión que nos llena, tanto a los que cargan, como a los que los admiramos. Año tras año disfruto cada vez más de la magia de la Semana Santa, con sus lindas alfombras, su memorable olor a incienso y las tradiciones que nos unen a todos.

La imagen de portada fue diseñada por IA a través de Imagine.

Autora

Valerié Alvarez

¡Hola, mi nombre es Valerie! Soy una niña creativa, me gusta escribir, pintar y cocinar. Mis amigas me describen como bondadosa y cariñosa. Me gusta ver el lado positivo de las cosas y tratar de contagiar mi alegría. ¡Espero que lo que escribo te guste!

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