Querido diario:

¡Qué alegría! ¡Estamos ya en clases presenciales! Parecía un sueño imposible, ¡pero se realizó! No puedo esperar por contarte todo lo que ha pasado. No sé ni por dónde comenzar.

Bueno, el primer día de clases. Esos nervios, esa emoción, ese miedo, toda esa lluvia de sensaciones. Al llegar, todos los maestros esperándonos y dando indicaciones. Un aparato que te mide la temperatura solo con que pases enfrente y te debes de poner gel. Los encargados muy contentos y emocionados de recibirnos. Todo está muy bien señalizado para indicar por dónde debemos pasar. Al llegar a Los Volcanes, o a la tiendita, que tristemente está cerrada por razones obvias, había musicón y nos decían para dónde teníamos que ir para llegar a nuestro grado. Cuando llegué a la clase, donde estaban todos riéndose, recibí una cálida bienvenida por parte de mis compañeros, a quienes no veía en persona desde hacía casi un año. Había amigas mías muy felices, que en las clases virtuales eran unas personas completamente diferentes a las que son en clases presenciales. ¡Sí que les hacía falta esto! Las videoconferencias están presentadas en el pizarrón, así que podemos ver a todos nuestros compañeros, aunque cómo ahora aparecen en pantalla grande, les da un poco de pena prender la cámara. ¡En mi clase solo somos siete! Yo pensaba que iban a venir la mayoría. Éramos cómo 12, pero vinieron solo siete. Antes de la pandemia, uno siempre se emocionaba cuando había algún suceso, y venía muy poca gente. ¡Era re-divertido! Ahora es algo diario. Nunca me lo hubiera esperado. Se siente tipo colegio para prodigios, que solo admiten a poco elegidos. Los escritorios que no se pueden utilizar están marcados con unos stickers. Con respecto a los maestros y encargados, cómo decía, están muy emocionados de tenernos aquí. Siempre nos repiten que el colegio no era colegio si nosotros no estábamos allí. Hay algunos que parecen asustados y nos transmiten un poco el miedo. Es normal, claro, yo los comprendo. Yo salí muy poco el año pasado e ir al colegio es mi primer «junte» social desde hace mucho tiempo. Durante los recreos seguimos tomando las medidas necesarias. Si estiramos nuestros brazos, no se deberían tocar con los demás. Al quitarnos la mascarilla, la debemos de poner en una bolsita, llevada por nosotros. No nos podemos juntar con nadie de las otras secciones, solamente con nuestra burbuja de clase. Lo que sentimos es que nos deberían dar un poco más de tiempo para comer. Es poquito, pero hay que tomar en cuenta que salimos antes, así que es justificado.

A la salida, seguimos con nuestras burbujas de clase y nos mandan a llamar. Estamos con un maestro y se comunican por medio de walkie-talkie, para saber a quiénes los vinieron a recoger.

Yo, al menos, cuando regreso a casa, estoy muy cansada. Es agotador estar con la mascarilla todo el día. Vuelvo con ganas de dormir, pero la mala noticia, es que todavía tengo tareas que hacer.

Ay Diario, hay tantas cosas nuevas, como podrás ver. No alcanza un artículo para tanto contenido, pero esto es lo básico. Estoy muy feliz de que ya todos los grados hayamos regresado al colegio. Vamos, poco a poco, regresando a lo que era una vida normal.

Autora

Mari Vittorietti

¡Hola! Soy Mari Vittorietti, alumna de Segundo Básico. Desde pequeña me fascina todo lo artístico, especialmente actuar, porque puedo expresarme sin miedo, puedo ser yo misma. También me gusta experimentar y aprender cosas nuevas, porque logro salir de mi zona de confort y me topo con un mundo que desconozco. Le escribo a mi diario sobre mis experiencias, las que pienso que sean interesantes y divertidas, y… las comparto con ustedes. ¡Espero que disfruten los artículos que el e-capirucho tiene preparados para ustedes con mucho esfuerzo y dedicación!

Artículos de la autora