Estimado lector:

Este cuento ha sido dedicado por su autora a todas las voces de mujeres que han sido enmudecidas a través de la historia. La autora afirma que estas ejemplares mujeres son su inspiración y que se siente agradecida por las oportunidades que se le han brindado. Por medio de sus letras, ella pretende reproducir sus voces en esta conmemoración.

Ella surgió de las tinieblas. Su mente es violenta, como una tempestad. Ha ocultado sus penas bajo una sonrisa falsa y por las noches se recuesta sola en la obscuridad con lágrimas en los ojos. Tiene miedo, tiene el corazón marchito por su destierro. Calla sus palabras y acepta su destino sin argumentar el porqué de las cosas. Y cae lenta y armoniosamente. Nadie lo sospecha, nadie puede percibir lo gris en sus ojos.

Ha pasado el tiempo y se ha acostumbrado, su dolor se ha vuelto parte de ella. No obstante, su diluvio ha crecido y sus voces le murmuran palabras sin cesar que pronto se convierten en su único remedio y consuelo. Ella las escucha mientras cierra los ojos. Luego las escribe y, en esos instantes infinitos, el mundo parece otro, le parece rebosante de belleza incomprensible. Sus amarguras se convierten en palabras. Este es su grito de guerra, su única esperanza. Quiere retratar como una obra de arte cada instante, cada emoción. Es redimida en cada vocablo, que se escucha como melodía en su mente. Es segura en los confines de su pequeño mundo, al cual solo ella puede acceder. Se convierte en un nuevo ser, el que siempre estuvo oculto entre sus labios. Posee alas y la gracia de mil mariposas. Es una virtuosa de su dolencia. Admira la divinidad de cada detalle y observa el panorama con su interior abierto.

Los demás la observan sin comprender su genialidad. Cortan sus alas y silencian sus palabras con arrebatos e insultos. Creen que sus problemas son ficticios, que sus palabras nada más son falacias. La ridiculizan ignorantes, a pesar. ¿Qué sabe ella? se preguntan. La dejan fría y desnuda en una esquina, con el alma agonizante. Le vendan los ojos y le cortan los oídos. Luego se van y la olvidan, se convierte tan solo en una flor difunta arrastrada por el viento. Ella, entonces, se arrepiente de escribir los anhelos de su débil y agraviado corazón. «¡Si hubiera encubierto mi alma bajo un manto de apariencias mundanas, nadie se hubiera molestado con mi presencia!», exclama mientras sangre corre por su cuerpo. Se siente humillada, corrompida por una sociedad que no la entiende y que nunca la ha entendido.

El tiempo la cura poco a poco. Vuelve a caminar con pasos forzados. Pero sigue sorda y con la venda en los ojos. Se cubre el rostro, no quiere que la reconozcan. Su mirada es baja, pesada, temerosa. Los colores del pasado han desaparecido, ahora todo el mundo es blanco y negro. Vuelve a lo ordinario, a ser como todos. Apenas resalta entre la multitud. Perdió las alas, perdió la voz y, más que todo, se perdió a ella misma. Su brillo huyó de sus labios. No se reconocía.

Dicen que los árboles mueren de pie. Quizá ella era un árbol pues estaba muerta, aunque respiraba. Su nombre cayó en el olvido y su gracia era tan solo un febril recuerdo. Sin embargo, ella tocó las estrellas, voló a otros planetas en milésimas de segundos. Fue musa, escultora y espectadora.

Llegará el día en el que su nombre sea alabado, su rostro distinguido entre la multitud. Vendrá lo sé. Los hombres conocerán sus palabras y su pesadez. Entonces los astros se alinearán recordando sus dulces melodías y el mundo retomará su color. Habrá belleza en cada aspecto por más pequeño que sea. Miraremos el mundo desde sus ojos negros, escucharemos los truenos de su tormenta. Pero mientras viene, no podemos hacer nada más que esperar y admirar ausentemente sus gritos silenciosos.

*Imagen de portada: https://culturainquieta.com/es/arte/arte-digital/item/1706-christian-schloe.html

Autora

Sabrina Cabrera

Mi nombre es Sabrina Cabrera. Desde pequeña he vivido ensimismada en los textos de algún libro, absorta en el estudio de sus distintas peculiaridades. Para mí, estos han sido como una especie vestíbulo anómalo donde puedo escuchar la voz entrecortada de personajes, donde el paisaje obtiene cualidades mágicas y cada sensación resulta insólita, donde mis recuerdos se entrelazan de manera bizarra con múltiples historias, panoramas, personajes… Deseo entregarles las llaves de este vestíbulo que en ocasiones parece oculto y monótono, pero que ─una vez descubierto─ resulta repleto de fragmentos ilustres y eternos.

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