Querido diario:

Hoy te comentaré sobre una experiencia más reciente. Nos chocaron. Nadie salió herido, pero reflexioné sobre dos aspectos: la injusticia y la responsabilidad.

Íbamos de camino a la Antigua para pasar el fin de semana allí. Había un tráfico infernal, estábamos parados en una cola y, de la nada, nuestro carro se hizo para adelante. Pensé que mi papá había soltado el freno muy de repente, que por eso nos habíamos ido para enfrente de una forma brusca, pero no. El auto de atrás nos había chocado. Mi papá se bajó, al igual que el señor que estaba conduciendo el otro carro, para ver si había daños. Adentro del auto, escuchaba un ruido muy extraño, pero al parecer por fuera no se oía. Habían quedado en que el auto no tenía descalabro, pero cuando mi papá se subió escuchó el mismo ruido que yo y se volvió a bajar para decirle al conductor distraído que sí había un sonido diferente. Yo estaba un poco angustiada y decepcionada, ya que cada vez se hacía más de noche, pero lo bueno es que estábamos todos bien, ¿no? Después de unos momentos, noté que el carro de atrás se estaba fugando y mi papá le alegaba, pero no podía escuchar claramente lo que pasaba. El auto se fue y mi progenitor regresó conmigo. Llamamos al seguro y nos dijo que, como el otro conductor se había fugado, iban a pagar solo si la compostura era más que el deducible. Mi padre estaba seguro de que no sería un daño grave, que seguramente el escape se había aflojado (efectivamente así fue). Consideramos que sí nos podíamos ir en esas condiciones, aunque, por el ruido escandaloso que hacía al andar, parecía que el carro se estaba deshaciendo. En el camino supe exactamente lo que había sucedido.

El hombre que nos chocó fue inicialmente amable, pero al preguntarle si tenía seguro, se puso un poco agresivo y dispuso que al carro no le había pasado nada. Mi papá le manifestó que uno tiene que ser responsable de sus actos y aceptar las consecuencias (ya que él mismo admitió que estaba distraído) y que, por personas como él, Guatemala está como está. También lo acusó de haber tomado (ya que estaba un poco lento) y lo amenazó con que llamaría a la policía si se iba. Ya sé que esto puede sonar un poco exagerado, pero ponte a pensar en la cólera del momento. Nosotros ya chocamos un carro una vez y nos quedamos allí horas hasta que el asunto se resolvió. Eso sí es ser responsable de tus actos. Mi papá me aclaró que a la policía no la hubiera llamado de todas maneras, porque aquí en Guatemala hay hasta el riesgo de que se lleven el carro a un depósito: un poco una tontería. Mi viejo es italiano, vivió allá toda su vida, y me comentaba que allí estas cosas son distintas. Puedes llamar a la policía con seguridad de que no se llevarán tu carro. Si se fugan, tienen consecuencias. Aquí viene el tema de la sensación de injusticia que experimenté.

Como te explicaba antes, el seguro nos dijo que probablemente no pagarían los daños, porque no había un responsable. Le habíamos tomado foto a la placa del carro y al señor, para mí eso es evidencia, pero al parecer no es así. Le dije a mi papá si podíamos mandar la foto de la placa para que la rastrearan o algo así. Él me dijo algo que me hizo reflexionar: «Imagínate que aquí a veces ni a los asaltantes o asesinos se les busca, ¿qué piensas que van a hacer cuando se les presente un choque realmente insignificante?»… muy cierto.

Al parecer, estuve viviendo siempre en un mundo muy justo, en un mundo perfecto con un final feliz para la mayoría de las situaciones. En la realidad muchas veces no hay consecuencias para los autores de acciones ilegales o que están mal hechas, entonces, sin esto, ¿cómo va a prosperar Guatemala?

Pienso que Guatemala no está cómo está por los que no se hacen responsables de sus acciones o por los corruptos (aunque eso obviamente contribuye), pienso que está como está por la falta de justicia, porque no hay consecuencias a las acciones indebidas. Pienso que es como un niño pequeño que le pega a su hermano. Si sus papás no le ponen consecuencias, él le va a seguir pegando porque sabe que nada malo le espera al final.

Autora

Mari Vittorietti

¡Hola! Soy Mari Vittorietti, alumna de Segundo Básico. Desde pequeña me fascina todo lo artístico, especialmente actuar, porque puedo expresarme sin miedo, puedo ser yo misma. También me gusta experimentar y aprender cosas nuevas, porque logro salir de mi zona de confort y me topo con un mundo que desconozco. Le escribo a mi diario sobre mis experiencias, las que pienso que sean interesantes y divertidas, y… las comparto con ustedes. ¡Espero que disfruten los artículos que el e-capirucho tiene preparados para ustedes con mucho esfuerzo y dedicación!

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