Querido diario:

Bueno, al parecer mi vida no quiere colaborar en tener un poco de chispa, en ser interesante. Si te escribiera sobre mi última semana, sería solo que me la paso haciendo tareas y, en mi escaso tiempo libre, viendo Netflix. Nuevamente tomaré esto como una oportunidad para contar algo que sucedió hace ya bastante tiempo. Se trata sobre unas vacaciones a Miami que no resultaron como esperábamos.

Mis amigos ya se cansaron de oír esta historia, la he contado varias veces, ya que experimenté bastante miedo en el momento, pero ahora me causa gracia. La cosa es que nos fuimos a Miami el año pasado para celebrar los 85 años de mi abuela paterna. Ella ha sido una lady desde siempre. Va mínimo una vez a la semana al salón a que la peinen y le hagan sus uñas (gracias a la pandemia todo esto cambió, algo que le afectó muchísimo). También es muy parrandera, salía todos los días a algún lado por diversas razones. A conferencias, reuniones con sus amigas, al salón, al súper, a misa, a donde se le pudiera ocurrir, ella iba.

Ya que te di una pequeña introducción sobre la señora, vamos al verdadero relato. Nosotros (mi papá, mi mamá y yo), ya estábamos en Miami cuando ella arribó, eso quiere decir que se vino completamente sola. Nos fuimos a un hotel precioso, que parecía casi apartamento. Esto fue el 24 de junio de 2019. Al día siguiente, hicimos varias cosas, especialmente el típico shopping que uno hace al llegar a Estados Unidos (o por lo menos en mi familia es casi una tradición). Como este lugar era un apartamento, tenía su propia cocina y comedor. Gracias a esto, logramos invitar a mis tíos a cenar, ya que también estaban en Miami.

Después de una deliciosa cena, yo ya estaba lista para irme a dormir. Prendí la televisión, me metí a la cama y unos momentos después empezó a sonar una voz de una mujer por toda la habitación diciendo esto: «May I have your attention please, an emergency has been reported in the building. While this report is being verified, please leave the building using the exit stairway. Do not use the elevator, use the stairways only. Do not use the elevator». Al oír esto me asusté, pero mi mamá estaba tranquila. Yo le empecé a decir «Mama, ¿¡y eso!». Ella pensó que era la televisión, pero le dije que eso había sido un anuncio del edificio, ya que era un loop, se repetía infinitamente. Después de ese momento empezó el pánico. Agarramos celulares lo más rápido posible; un incendio había sido reportado en el piso 19 y… ¡nosotros estábamos en el 18! Mi abuelita ya se había entrado a acostar, así que mi papá dijo que nos adelantáramos, que él la iba a esperar. Nos adelantamos un poco, empezando a bajar las escaleras, pero después empezamos a gritarle «¡Stefanoooo!» (así se llama, por cierto) pero no había respuesta. Yo empecé a paniquear (me empezó a dar un ataque de pánico para ser más formal en mi escritura). Me dio mucha vasca y dolor de estómago. ¡Eran 18 pisos de escaleras que nos esperaban y además la adrenalina del momento! Toda una mezcla de sensaciones. En el piso 9 había una piscina, así que quedamos que, si había fuego en algún lado, nos metiéramos al agua. Después de un largo camino, llegamos. Toda la gente hospedada estaba allí abajo.

Y de repente… ¡allí estaban mi papá y mi abuelita! Yo no sé qué hicieron, ni que fueran Loki que pudieran teletransportarse. Quién sabe cómo nos pasaron. Yo seguía con mucho malestar y muy nerviosa. En lo que estábamos abajo, les preguntamos con mi mamá qué pasó, que por qué no bajaron inmediatamente. El lado lady de mi abuelita salió en el peor momento posible. Me di cuenta. ¡Estaba vestida! Como que ya estaba en camino de maquillarse. Al parecer, prefería morir vestida que vivir en pijama. Ni yo, una adolescente, ¡estaba al nivel de ella! Yo solo me puse una bata y listo, mi persona podía irse del edificio. Fue una noche realmente agotadora. Después de esperar un buen rato un señor llega y nos dice: «Sorry for the inconveniences, I think that someone turned the alarm on and we don’t have the key to turn it off».  ¿Es en serio? Era ya la una de la mañana y fue un error. ¡Hasta los bomberos llegaron! Nos dieron autorización de volver a nuestras habitaciones, pero la alarma siguió hasta como las dos o dos y media de la mañana. Y viéndolo así, ya era el cumpleaños de mi abuela, 26 de junio. ¡Imagínate empezar tus 85 de tal manera! Muy emocionante, pienso yo. Después, ya no hubo problemas sobre esto y pasamos el resto de nuestras vacaciones tranquilos y relajados.

Que aventura, ¿no? Siempre que nos vamos de vacaciones con la abuelita Energizer Bunny nos pasa algún incidente, como la vez que nos fuimos a la Antigua y el Volcán de Fuego hizo su erupción catastrófica, pero eso ya es otra historia…

Autora

Mari Vittorietti

¡Hola! Soy Mari Vittorietti, alumna de Segundo Básico. Desde pequeña me fascina todo lo artístico, especialmente actuar, porque puedo expresarme sin miedo, puedo ser yo misma. También me gusta experimentar y aprender cosas nuevas, porque logro salir de mi zona de confort y me topo con un mundo que desconozco. Le escribo a mi diario sobre mis experiencias, las que pienso que sean interesantes y divertidas, y… las comparto con ustedes. ¡Espero que disfruten los artículos que el e-capirucho tiene preparados para ustedes con mucho esfuerzo y dedicación!

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