El fin de semana de Ale comienza como cualquier otro día de la semana: alcanza su mesa de noche y apaga el despertador que señala que son las ocho de la mañana, hora levantarse y darle inicio a este día. Luego de despabilarse un poco y quitarse el sueño con ayuda de un frote de ojos, Ale comienza su mañana con clases del Conservatorio que, debido a la situación, se han vuelto virtuales. —«Cómo desearía poder estar en el Conservatorio en estos momentos», piensa—. Antes de iniciar la cuarentena, ella iba a la zona 1 varias veces por semana para dirigirse al Conservatorio Nacional de Música a recibir sus clases y, aunque la situación se presenta cada vez más difícil, las clases no han parado, algo que ella agradece. Sus clases de música le dan un pequeño sentido de normalidad a esta realidad tan apática que nos ha tocado vivir.

Al terminar de recibir las cuatro clases que toma en el Conservatorio, Ale se dirige a su siguiente clase, ¡porque las clases extracurriculares no terminan ahí! Actualmente está recibiendo una clase de circuitos los sábados en la tarde. Mientras se prepara para cambiar el switch de la música a la física, recuerda lo mucho que le gustaba practicar en el grupo de su iglesia; aunque ya no puede ir, este es uno de sus recuerdos preferidos, ya que le dan este sentido de paz y amor al recordar ver a sus abuelos todos los domingos y simplemente pasar un rato envuelta en un ambiente lleno de amor y música.

Luego de pasar un sábado en distintas clases para aprender a desarrollar sus habilidades en todos los sentidos, Ale pasa un tiempo con su familia, cena a su lado y discuten sus días para terminar con las chamarras encima, acurrucada en su cama, cerrando los ojos para esperar la llegada del domingo.

Se despierta al día siguiente, un domingo que comienza igual que el día anterior. Las actividades de preparación comienzan a las ocho debido a que a las nueve tiene clase de tiro con arco. Ale no es solo una talentosa artista, sino también una fabulosa arquera y una chica muy ocupada también. Al inicio de la pandemia, el deporte que se robó su corazón había quedado en pausa al igual que el resto del mundo, los primeros meses fueron de mucha espera, pero actualmente ha podido regresar a sus entrenos gracias a la individualidad de este deporte y a las nuevas medidas. Tiro con arco es un deporte bastante individual: cada arquero está con su arco, sus flechas y el aire que les recorre el rostro como si estuviera en una escena de Pocahontas.

Al ver su reloj y notar que ya son las 12 del medio día, Ale se dirige a la iglesia a recibir la misa de domingo en su casa al lado de su familia, esto se lleva a cabo por medio de un Facebook Live, así las personas pueden seguir disfrutando del gozo de mantener su religión y fomentar su fe mientras están en la seguridad de su hogar. Al terminar la misa y caer la tarde, luego de pasarla al lado de su familia, almuerzan todos juntos y definen las actividades para el resto del día, que van desde ver películas hasta darle una transformación a su hogar limpiando cada esquina.

Ale atesora estos momentos con su familia con cada pedacito de su corazón. La gratitud y el amor son las emociones que llenan su ser mientras cierra los ojos rendida ante el sueño, preparándose para un nuevo inicio de semana mientras deja la otra atrás al comenzar a soñar.