En un pueblo pesquero de la costa vasca, Guetaria, creció Cristóbal Balenciaga. Su padre fue pescador y falleció cuando Cristóbal tenía tan solo 11 años. A causa de esto, su madre se dedicó a la costura, ya que tuvo que encargarse de él y sus cuatro hermanos mayores. Esto permitió que Balenciaga estuviera familiarizado con la costura y el patronaje desde pequeño.
Durante su adolescencia, Balenciaga conoció a la marquesa de Casa Torres, abuela de la Reina Fabiola de Bélgica. Al ver las ansias de Balenciaga por convertirse en modisto, le planteó un reto: le entregó un trozo de tela junto con uno de sus vestidos para que lo copiara. Cristóbal impresionó tanto a la marquesa con su resultado que ella se convirtió en su patrocinadora.
Fundó su primer negocio de moda en San Sebastián en 1917 con ayuda de su hermana y lo nombró «C. Balenciaga». Al año siguiente, las hermanas Lizaso se convirtieron en sus socias, conformando la casa Balenciaga Lizaso. Esta se disolvió en 1924 por una discusión. Por esta razón, Cristóbal estableció su casa de moda con el nombre «Cristóbal Balenciaga». Su clientela principal era de la alta aristocracia y la realeza, como la Reina María Cristina. Gracias a ello, pudo abrir un segundo taller en Madrid. Este fue nombrado «Eisa» en honor a su madre y estaba destinado a la clase media.
Tras el estallido de la Guerra Civil de España, Balenciaga se exilió en París, donde decidió abrir su primera tiendo francesa. Esta todavía se ubica en el número 10 de la avenida George V de París. En 1937, lanzó su primera colección parisina, la cual fue todo un éxito. Sus diseños se basaban en la comodidad y la reinterpretación de la tradición española. Balenciaga marcaría la moda entre los 1940 y 1960. Finalmente, en mayo de 1968 decidió regresar a España cuando la alta costura se veía amenazada por el fast fashion.
En sus diseños, Balenciaga siempre utilizó tacón bajo, la falda por debajo de la rodilla y manga tres cuartos, ya que decía que «La mujer debe andar de manera natural y no sentirse insegura en su paso». Muchos diseñadores contemporáneos suyos le dirigieron grandes halagos; por ejemplo, Christian Dior, quien lo designó «el maestro de todos nosotros»; Hubert de Givenchy lo llamaba «el arquitecto de la Alta Costura», y Coco Chanel, con quien tenían una admiración mutua, lo calificaba de auténtico couturier. Balenciaga solía decir: «un modisto debe ser arquitecto para los planos, escultor para formas, pintor para el color, músico para la armonía y filósofo en el sentido de la medida».
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Fotografías tomadas de Internet
Autora
Valeria Aguilar
¡Hola! Soy Valeria Aguilar y estoy en quinto bachillerato. Empecé a escribir en 2016 tanto en ingles como en español; escribir me ayuda a expresar mis sentimientos y pensamientos. Desde pequeña me encanta leer. Una de mis pasiones son la moda y la música, que no pueden faltar en mi vida.