Durante mi vida he tenido muchas amigas. He pasado por diferentes grupos con diferentes dinámicas. Casi que cada año cambiaba de grupo. Siempre fui muy social, hablando con cualquiera que se me pusiera enfrente, fuera hombre o mujer. Pero fue mi primera amiga la que se quedó durante mi vida.
Camila de tres años salió un día a jugar y desde entonces su vida cambió. Conoció una niña que era el doble de su altura y que jugaba igual que ella y decidió que se convertiría en su mejor amiga. Y así fue. Por más años de los que puedo recordar, viví en la casa frente a la mía en mi condominio jugando con mi mejor amiga, molestando a su hermana y abrazando a su abuelita. Yo tenía dos casas dentro de ese condominio. Ella vivía en mi casa, probando juguetes, recetas que de seguro terminarían mal y molestando a mi hermano. La cantidad de videos en mi cuarto me recuerdan a que nunca estuve sola y que había encontrado a una compañera de vida.
Cuando estaba en completa oscuridad, con miedo y con muchos sentimientos al mismo tiempo, esa misma amiga me presentó lo que sería la mayor prueba de que la gente que irradia luz existe, que el olor a vainilla me recordaría a la persona más dulce que conozco y que tuve la oportunidad de conocer. Obviamente, esa nueva persona sería más alta que yo. Se maquillaría divino y me daría un tipo de seguridad muy bonito. Iba a llenar mis días de risas, de juegos y de abrazos. Ella también habla por los codos, entonces todo funcionaba perfecto.
Así fue como el mundo me introdujo a mis dos estrellas. A las luces en la noche que era mi vida. Mis dos luciérnagas en el jardín de la casa de mi abuela que yo guardaría, cuidaría y amaría mucho. El mundo me mostró que no se necesita un faro para que un barco se guíe, solo una pequeña señal para llegar a la orilla. Espero nunca llegar a la orilla si ellas dos me guían. Espero recorrer mares, cielos, tierras, desiertos y ciudades juntas. Que con ellas siempre me termine doliendo el abdomen de tanto reír. Espero que la vida nunca me quite a mis dos guías, estrellas y luciérnagas. Espero ser para ellas lo que ellas son para mí. Espero llegar un día a ser como ellas.
Autora:
Camila Cordón
Soy Camila Cordón. Vengo de escritores y lectores; de personas que conectan con las letras. Creo que todos escribimos eso que necesitamos que nos escuchen o que no podemos decir en voz alta. Conecto con la escritura porque es mi manera de ser la versión más genuina de mí. Espero que lo que escriba haga sentir algo a alguien, porque eso es todo lo que quiero.