¡Hola, mucho gusto! Mi nombre es María José Leal, mejor conocida como Majo o Majito, y hoy te vengo a contar mi testimonio de cómo pasé de complacer las necesidades y opiniones de los demás a complacer mis propias necesidades y priorizar mi bienestar físico y mental. Desde los siete años he jugado tenis y me encanta el deporte. Mi papá me introdujo a este deporte cuando era muy chiquita y me inscribió a una academia en donde pudiera mejorar mis habilidades y conocer a otros niños de mi edad. Durante muchos años jugué en esa academia. Me recuerdo que iba a entrenar todos los días después del colegio. Mis profesores siempre fueron muy amables y alentadores conmigo, siempre me motivaban a seguir adelante y a aprender de mis errores para convertirlos en fortalezas.

Al iniciar la adolescencia me cambiaron al grupo de los grandes. Esto fue un gran reto para mí, ya que la mayoría jugaban a nivel nacional o estaban federados, por lo que tenían mayor experiencia y conocimiento en el deporte. Yo siempre fui una niña muy tímida, por lo que al principio me costó mucho adaptarme al nuevo círculo de niños con los que entrenaría. Poco a poco me fui incluyendo más con ellos, trataba de saludarlos y despedirme de ellos al finalizar las clases. Un día dos niñas se acercaron a mí y comenzaron a platicar conmigo. A partir de ese momento siempre que llegaba a la clase me saludaban y entrenábamos juntas. Todo iba muy bien, estaba tan feliz de que comenzaba a tener nuevas amigas en la academia con las cuales podía estar y divertirme durante la clase. Me fui acostumbrando y con el paso del tiempo comencé a saludarlas e irles a platicar por mi propia cuenta.

De repente, un día llegué a la academia y las saludé como era de rutina. Al verme llegar, instantáneamente se susurraron algo la una a la otra, me sonrieron de la manera más irónica posible y se dieron la vuelta.  Recuerdo haberme quedado petrificada en ese momento. No sabía lo que estaba pasando, pero aun así no le presté mucha importancia. Los días siguieron y cada vez las dos niñas me evitaban más y más. Dentro de mí sentía tanta ansiedad y tristeza, no podía creer cómo mis «amigas» actuaban de esa manera conmigo si no les había hecho nada para lastimarlas u ofenderlas.

Nunca se me va a olvidar el día en que se burlaron de mí en mi cara. Iba entrando a la clase como de costumbre cuando oí que susurraban con un tono de voz elevado, como si tuvieran la intención de que yo las oyera, y claro que fue así.  «Ya viste que gorda está, se ve espantosa», «ay no, qué bueno que le dejamos de hablar, es una rarita». Traté de hacerme la loca y actuar como si no las oía, pero no pude contenerme. Rápidamente fui corriendo al baño y… estallé. Lágrimas salían de mis ojos de manera incontrolable. Me quedé como 20 minutos llorando en el baño sin saber qué hacer. Trate de limpiarme la cara para que no se dieran cuenta de que había llorado, para que no se dieran cuenta de lo mucho que me habían herido. Desde ese día llegaba todos los días llorando a mi casa porque las niñas seguían molestando y burlándose de mí cada vez que me veían. Mi deporte favorito se volvió en una tortura, ya no quería asistir a los entrenos. Llegué a un punto en que me inventaba cualquier excusa con tal de no ir para que no me sintiera humillada. Al final mi mamá ya no aguantó más verme así y me llevó para que habláramos con el director de la academia. Estaba tan asustada, pensé que hablando con él encontraríamos una solución, pero no fue así. Claro, era más importante darles prioridad a las niñas federadas que a mí, una adolescente apasionada con la iniciativa de mejorar sus habilidades y disfrutar del tenis. Terminé odiando ese ambiente y decidí salirme de la academia. Nunca más volví a jugar con los niños de ahí ni les volví a hablar.

Actualmente sigo jugando tenis y amo el deporte. Juego con un entrenador personal, pero eso no me quita la dicha que siento al practicar el deporte que amo y que me hace feliz. Aprendí a poner en mute todos los comentarios negativos que circulan a mi alrededor para vivir mi momento y aprender a ser feliz con quien soy y con lo que tengo.

Así como yo sufrí de este acoso muchos niños y jóvenes sufren bullying por el deporte que practican, porque no tienen las mismas habilidades o destrezas que los demás jugadores. Tú, que hoy estás leyendo esto, quiero que sepas que no estás solo y que entiendo por completo tu frustración por querer pertenecer y encajar con los demás. Solo quiero que sepas que, a pesar de todas las personas que quieran hundir y estropear tus sueños, el único responsable de que esos sueños se hagan realidad eres tú mismo. Te animo a seguir adelante y luchar por lo que amas, ya que no vinimos a esta vida para satisfacer a otros, sino para satisfacernos a nosotros mismos y valorarnos como la persona tan maravillosa y especial que somos. El arte de que te resbalen los comentarios de los demás es difícil, pero recuerda que estas experiencias dolorosas nos enseñan a ser más resilientes y fuertes. Nunca dejes que tu chispa se apague por comentarios de los demás. Encuentra ese ambiente sano en donde te sientas cómodo, con personas que te sumen y no te resten para vivir una vida plena y disfrutar al máximo. Te deseo lo mejor y te envío un muy fuerte abrazo.

La imagen de la portada fue tomada de Printerest.

Autora:

María José Leal

Hola, mucho gusto, mi nombre es María José Leal, mejor conocida como Majo o Majito. Actualmente estoy en mi último año de colegio. Desde siempre me ha fascinado la poesía, ha sido mi aliada en los momentos más importantes de mi vida. Me ha servido para reír, llorar, gritar, desahogarme o simplemente para tirar mis pensamientos al aire. Para mí, la poesía es un arte inmortal e infinito. A su vez, con este segmento deseo dejar un legado en Montessori para demostrar que cualquiera es capaz de hacer poesía, solo se necesita espontaneidad y dejar que fluyan nuestros pensamientos libremente. Espero que disfrutes de este espacio y que encuentres seguridad y paz en el, ya que en cada uno de mis poemas te dejo un pedacito de mi corazón. ¡Disfrútalo!

Artículos de la autora