Hace un tiempo escuché una frase que dice «A veces no queremos sanar porque el dolor es lo último que tenemos después de perder algo». Fue un conjunto de palabras que me impactó de muchas formas y me hizo cuestionarme a mí misma si esto era verdad, si lo que decía esta frase realmente estaba hablando la realidad o si era otro fragmento del internet que no es completamente o absolutamente cierto.

Muchas veces estamos ligados a nuestro pasado que hace rondar en nuestra cabeza la mayor parte del tiempo momentos o cosas pasadas, mientras que una pequeña parte piensa en el futuro y una un poco más pequeña en el presente, en el ahora. Nuestra cabeza se obsesiona con el pensamiento de que hubo un tiempo en que tu vida fue diferente en todo sentido, por eso acoger el dolor es como recordar y honrar una memoria preservando una conexión única y especial.

Pero tenemos que llegar a pensar que necesitamos movernos hacia adelante, que sanar no significa olvidar todos los momentos en que fuiste feliz, sino que significa aceptar. Aceptar que con el tiempo todo cambia, el tiempo cambia todo y nos cambia a todos; pero también nos ayuda a entender que esto está bien, que pronto encontraremos otra fuente de felicidad y que las cosas van a estar bien.

Tenemos que llegar a entender que las memorias o recordar no significa que estén conectadas al sentimiento del dolor o la tristeza. Dejar que la tristeza y la melancolía se apropien de todos nuestros recuerdos nos hará sentir un vacío convirtiendo nuestros días en los mismos: mismos pensamientos, misma actitud y misma mentalidad. Pero, en cambio, aceptar que el pasado es el pasado y el presente es el presente no solo nos llevará a más éxito sino que nos llevará a una vida más feliz.

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