Cuando me enfermo, suelo pensar en por qué no agradecí cuando me sentía bien y era capaz de hacer todo lo que quisiera sin ningún problema. Siempre determinada digo, voy a empezar a apreciar cuando me sienta bien y a darme cuenta de lo afortunada que soy cuando no esté enferma.

La vida está llena de sorpresas, de experiencias inesperadas y cosas que no queremos, así como de cosas que decíamos, experiencias que buscamos y momentos designados, pero todo esto es parte de la vida. He llegado al punto de mi vida donde pienso que todo lo que nos pasa es por algo, pero también es para que empecemos a ser más agradecidos y nos demos cuenta de lo afortunados que somos en esos malos momentos o experiencias no deseadas.

Ponte a pensar, si solo pasaras y tuvieras esos momentos lindos, ¿serías agradecido por ellos? La respuesta probablemente es no, porque se volvería algo cotidiano y normalizado en tu vida. Estos malos momentos también están destinados a enseñarnos lecciones como a no cometer ciertos errores, como lastimar a tus seres queridos, pero creo que su mayor función es agradecer; por ejemplo, en ese caso sería agradecer que tienes esos seres queridos.

La actitud y la perspectiva que tenemos dicta mucho de cómo vamos a ver y reaccionar las cosas. Puede que sea difícil siempre mantenernos positivos y felices, pero tenemos que hacer nuestro mayor esfuerzo para que todos los momentos «malos» no nos hundan. Siempre podemos seguir luchando por ser mejores personas.

Muchas veces no les podemos dar explicaciones a esos malos momentos y ratos que pasamos, pero piensa que sin esos no podrías disfrutar como lo haces esos momentos bonitos, alegres y que disfrutas tanto que recuerdas por el resto de tu vida. Así que disfruta esos momentos malos y buenos que tiene la vida, porque al final cada uno de ellos te enseñará o dejará algo diferente, pues la vida está llena de sorpresas.

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