¿Qué pasa si te pregunto si te gusta y amas lo que ves en el espejo? ¿Me dirías que sí? Pues es una pregunta bastante difícil para muchos y a veces para mí, ya que aceptar quién sos realmente puede dar miedo, y no aceptarlo puede hacer que todo lo que hagamos se vuelva algo falso, pero ¿qué pasa si dejamos que esta mentira continúe? ¿Terminaremos convirtiéndonos en una persona completamente falsa?, no aceptarlo es engañarse a uno mismo, lo que nos lleva a cavar nuestra propia tumba. ¿Por qué? Porque terminamos de hundir y enterrar todo lo que algún día fuimos.

Máscaras, apariencias, escapes, salidas son formas de salir de nuestra realidad, de esconder quién realmente somos, formas de poder tapar lo que está ocupando nuestra mente, instinto y corazón. Vernos en el espejo y que nos guste nuestro reflejo es algo bastante complicado que no todos logramos. Aceptar nuestros sentimientos, nuestros errores, nuestras inseguridades, nuestros defectos, aceptar y mostrarlo sin que nos importe es difícil, ya que tenemos algo que no nos deja avanzar, una piedra con la cual nos tropezamos, algo que nos para, un freno, un freno que se llama miedo. Ese miedo hace que queramos cubrir todo lo que no nos gusta y nos lastima, lo cual hace que vayamos construyendo un muro, una pared, algo que nos cubra algo que no enseñe lo que en realidad somos o sentimos. Algo que deje todo lo que no nos gusta en una burbuja, por lo mismo, el miedo.

Por otro lado, está la aceptación social, todos pasamos o estamos pasando por una etapa en la que buscamos encajar y aparentar. Hacemos cosas para que nos acepten, para que nos incluyan, para sentirnos parte de ellos, a veces hasta para parecernos. Hacemos cosas y modificamos aspectos para que los demás nos den su aprobación, creamos una máscara para enseñar todo lo que queremos ser o tener. Pero todo esto es un engaño, algo falso que hace que cada vez nos mintamos más, y llega un punto en el que lo único que hacemos es empañar cada vez más ese espejo y no permitirnos ver nuestro reflejo con claridad, no dejamos que brille y que se vea reluciente, solo lo opacamos. Tenemos que aprender a amarnos y a no mentir, ni a los demás ni a nosotros. Una vez alguien me dijo que vamos por la vida con lentes puestos, si tengo lentes rojos veo la vida de color rojo, y eso pasa a la hora de vernos a nosotros mismos, nos vemos de la forma en la que nos queremos ver, no siempre vemos la verdad; por eso, el secreto es andar por la vida con lentes transparentes, lentes neutros que nos dejen ver quiénes somos realmente, sin color, sin nada que interponga esa visión, para poder ver y querer lo que estamos viendo, sin ningún tipo de filtro, sin ningún tipo de engaño, solo la realidad.

Por último, se nos olvida que no necesitamos parecernos a alguien o tener algo para ser especiales. ¿Para qué queremos a personas parecidas? La vida sería demasiado aburrida si todos fuéramos iguales. Lo que realmente necesitamos es demostrar nuestra esencia y amarla, porque eso es lo que nos hace únicos y nos hace destacar. A veces no entendemos que la única forma de mantener ese espejo brillante es siendo nosotros mismos.

Foto de Suzy Hazelwood en pexels.com

Autora

Daniela Espina

Desde hace poco leer y escribir se han convertido en mi hábito favorito ya que estas me permiten encontrar un escape y desenchufe de la realidad. Soy Daniela Espina y hoy te invito a leer mi columna Meraki, que en griego significa hacer algo con creatividad y amor, sumándole una parte de mí y de mi perspectiva.

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