El determinismo se enfoca en la creencia de que el destino está inexorablemente preestablecido y nosotros actuamos como marinos en un trayecto ya definido. Esta concepción, lejos de denegar nuestra libertad, sugiere que estamos predestinados a un propósito particular. El destacado exponente del nihilismo, Friedrich Nietzsche, postula: «Lo que está destinado a acontecer, acontecerá, con independencia de las acciones emprendidas». No podemos evadir nuestra esencia ni, aún más relevante, el designio que nos aguarda.

Algunos sostienen que esta filosofía respalda la exoneración de responsabilidad, mientras que otros argumentan que esto los sume en un estado de impotencia. Esto pone de manifiesto que dicha propuesta puede interpretarse de dos maneras: una en la que forjamos nuestra senda dentro del destino, y otra en la que el destino mismo dicta nuestro curso. El destino, en este contexto, adquiere dos acepciones posibles: una que sugiere que la vida es una línea recta, y que solo podemos transitar por este sendero, y otra que plantea que la vida es un círculo, donde cualquier derrotero que tomemos inevitablemente nos conduce al destino que nos aguarda. Es por ello que podemos discernir dos tipos de personas que adhieren al determinismo cuando se enfrentan a la agonía de un niño que se ahoga: una que se abstiene de intervenir, convencida de que el sino del niño es sucumbir, y otra que se lanza al rescate, imbuida de la creencia de que su misión es salvarlo. En la perspectiva del determinismo, la creencia en que el destino del niño es la muerte invalida cualquier acción destinada a su salvación.

No obstante, el determinismo no denota una negación de la libertad, sino más bien que nosotros moldeamos o construimos un camino hacia un destino predefinido. Como bien expresó Neruda: «Todo está escrito, pero es necesario interpretar las señales del universo, pues el destino es como el viento, presente en todas partes, pero solo lo percibimos cuando sopla». El individuo tiene la capacidad de tomar decisiones libres, aunque estas no sean carentes de un sentido preconcebido.

El pensamiento contrario a esta noción es el libre albedrío, que argumenta que somos la suma de nuestras elecciones y que el destino carece de influencia y es inexistente; todo acontece por mera casualidad y elecciones.

En última instancia, se puede afirmar que adoptar esta filosofía nos brinda la oportunidad no solo de depositar nuestra confianza en la creencia de que estamos destinados a cumplir un propósito, sino también de reconocer que poseemos una misión y un propósito por alcanzar.

El determinismo nos alienta a concebir a lo grande, a no ceder ante la adversidad, a buscar nuestro propósito, a aceptar la realidad tal como se presenta y a no interrogar por qué ocurren las cosas, sino a concentrarnos en cómo mejorarlas.

La imagen de la portada fue diseñada con inteligencia artificial a través de Canva.

Autor:

Andrés Castillo

Hola, soy Andrés Castillo, pero me conocen como Andy. Además de ser senior, soy alguien apasionado por el intercambio de ideas y la ampliación de mi conocimiento en general. Me gusta mucho hablar de temas de mi interés, como economía, sociología, filosofía, política y deportes. Me considero alguien que siempre está abierto a cuestionar y ser cuestionado con el fin de evolucionar mi pensamiento y el de quienes me rodean. Podría decirse que me gusta todo lo que me hace pensar.

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