Hoy te traemos la segunda parte de la historia de la familia Ricica Siskova. Si no has leído la primera parte, que publicamos el lunes 10 de agosto, puedes verla acá:

¿Dónde nos quedamos? ¡Ah sí, claro! Los checos tenían que trasladarse a algún otro país que los pudieran recibir, ya que Checoslovaquia se había convertido en un protectorado alemán. Entre los lugares donde la compañía Bata se encontraba, estaba Guatemala.

Se formaron grupos más pequeños para comenzar con la nueva aventura que se acercaba: el viaje a Guatemala. Esta vez, la pareja ya se conocía y viajarían juntos. El viaje fue un tanto largo. Tomaron un tren para Nueva Orleans y un barco mercante, el Uloa, para Puerto Barrios, Izabal, a donde llegaron el dos de noviembre de 1940. Un largo trayecto en tren los llevó a la ciudad de Guatemala. Como muchos saben, Guatemala tiene la fama de ser un país poco desarrollado, por lo que los aventureros estaban un poco preocupados; sin embargo, esa angustia se fue desvaneciendo poco a poco con el paso de los días.

Barco mercante Uloa, que trajo a Frantisek y Anna a Guatemala en 1940

Ante sus ojos, la capital era una ciudad vibrante, con un centro poblado y dedicado al comercio y la vida social. Las afueras eran hermosas fincas, vastos terrenos baldíos y avenidas que empezaban a desarrollarse. Algunos checos que ya eran residentes en el país los ayudaron a encontrar hospedaje, a orientarse un poco más y a comunicarse en esos primeros momentos, pues el español era un idioma completamente diferente. Anna y otras compañeras se instalaron en una casa familiar que tenía habitaciones disponibles para rentar, donde los trataron con mucha amabilidad. Con el paso del tiempo, se convertiría en un lugar lleno de cariño y amistad. Los Argueta tenían una propiedad cerca de la Guardia de Honor que era una casa amplia con corredor y patio central, donde Anna viviría en los próximos años. Frantisek, por otro lado, vivía en un apartamento en el edificio La Perla, en la sexta avenida y novena calle de la zona 1.

Siendo los aventureros que eran, en 1941 los checos recién venidos organizaron un viaje para conocer la arena negra y las playas del Pacífico. Fueron en dos carros y el trayecto al puerto de San José duró más de seis horas. La carretera era de tierra, y el polvo se levantaba dejando una estela al pasar. Las facilidades en el puerto eran muy escasas. Sin embargo, la experiencia con la arena negra y viajar en grupo les dejó siempre muy buenos recuerdos.

Anna en su primer viaje al puerto
Anna en su primer viaje al puerto
Frantisek en su primer viaje al puerto
Frantisek en su primer viaje al puerto

La compañía con la que vinieron a trabajar fue la Incatecu, que también era de calzado, cuyo propietario era casualmente otro checo, Plihal. Esta empresa estaba ubicada en la ruta 1, vía 4 de la zona 4. Era lo que hoy conocemos como 4 Grados Norte, esquina opuesta al IGA. El grupo de checos que llegaron y otros que se sumaron trajeron a Guatemala e, incluso a Centro América, la innovación e industralización de la producción del calzado a precios accesibles, que pronto llegó a ser parte de la cultura guatemalteca. Esta compañía introdujo los zapatos tenis y las botas de hule en el área.

Los nombres y/o apellidos las de las personas que llegaron a Guatemala en 1939 son: los Ricica, Siskova, Polasek (tres hermanos), Stepanik, Javora, Liska, Dolezel,Teplansky ,Urbanova, Botek, Litera, Turnovsky, Hora, Zrnovsky, Kasparova, Jurca, Bousa, (después de la guerra, algunos se regresaron o fueron a otros países). Ellos se unieron a quienes ya vivían en la ciudad capital: Masek, Markus, Krafka, Kubes, Novotny, Pokorny, Hrdlicka, Zatopek, Johanis, Hrska, Roelz, Chour, Fischman, Feldmar y otros que formaron una alegre y bien relacionada colonia checa.

Miembros de la comunidad checa en Guatemala en 1942
Miembros de la comunidad checa en Guatemala en 1942

Como mencionamos antes, había ciertas barreras, como aprender un nuevo idioma, aprender otras costumbres, probar otros estilos de comida, entre otros, que conllevaron a un cambio radical. Claro, era un reto, un desafío que sería necesario para poder seguir adelante. Fueron años de arduo trabajo, aprendizaje, amistades. Fueron años de esperar noticias de la familia, pues el correo en tiempos de guerra era muy lento y años con la incertidumbre por el futuro. Además, la pareja estaba ansiosa de que todo acabase para poder regresar a su tierra natal, Checoslovaquia, y casarse.

En Guatemala, las cosas no siempre fueron fáciles. «Contaba mi mamá sobre los agitados tiempos de la Revolución en Guatemala, cómo iban escalando las protestas y, al final, los bombardeos que se dieron el 20 de octubre de 1944. Viviendo tan cerca de la Guardia de Honor, pasaron momentos muy angustiosos al escuchar el tronar de las bombas que se cruzaban entre los diferentes puntos estratégicos: el castillo de Matamoros, el de San José, las piezas de artillería en la Guardia y la zona 5. Se resguardaban en alguno de los cuartos en el interior de la casa y, me decía, su mayor preocupación era tener siempre una identificación, por lo que cargaba su pasaporte en la manoۚ».

Finalmente, llegó el día que muchos esperaban. En 1945, acaba la guerra. Anna y Frantisek comienzan a planear su regreso, averiguar posibles rutas de retorno en una Europa devastada por el conflicto bélico. Se necesitaban permisos para viajar, que, en algunas ocasiones, tuvieron que tramitarse en legaciones en México y Panamá.

El 19 julio de 1947 salieron del Aeropuerto la Aurora con rumbo a Nueva Orleans, luego de nuevo en tren para Nueva York. En Nueva York, Anna escogió y compró las telas para su vestido de novia. Ella siempre fue muy habilidosa y creativa con sus manos y le gustaba mucho la moda. Quizás en diferentes circunstancias, se hubiera dedicado al diseño de modas o de interiores. Luego de pasar por Nueva York, se embarcaron para Europa. Cuentan que su tiempo en el Atlántico fue espléndido y el agua parecía ser un espejo. Llegaron al puerto Le Havre en Francia. En esta ocasión, el viaje en tren fue a través de Bélgica y Alemania hasta llegar a Checoslovaquia, el 6 de agosto. Claro, fue un momento muy emotivo con la familia después de tantos años de ausencia.

Era tiempo de ¡planear la boda! La fecha se fijó para el 26 de noviembre. Se casaron en Holic, en la Iglesia del Divino Corazón de Jesús, de estilo gótico. Allí, las fiestas de boda duraban varios días, pues se celebraba en la ciudad tanto de la novia como en la del novio. Como a muchos de nosotros, a los amigos y familiares de Frantisek bromeaban que había tenido que ir hasta América para encontrar una novia de la ciudad vecina.

Boda Ricica-Siskova en Checoslovaquia en 1947
Boda Ricica-Siskova en Checoslovaquia en 1947

¿Cómo regresó la pareja a Guatemala? ¿Por qué lo hicieron? Conoce la última parte de esta historia el sábado 5 de septiembre por este mismo medio.

Autora

María José Quezada

¡Hola! Mi nombre es Majo Quezada y disfruto leer y escribir. Para mí, leer es cuando puedo liberarme, imaginar y expresar lo que siento. A menudo imagino que estoy en la época medieval. Es por eso que mucho de lo que escribo es sobre personajes fantásticos como héroes y princesas; sin embargo, también me gusta estar al tanto de lo que pasa en el mundo actual. Me gusta pensar que soy una persona un poco anticuada, pero moderna a la vez. Disfruto de casi todos los géneros de música, bailar, salir a fiestas y cosas normales que hacen los adolescentes. Imaginar para mí es un medio para organizar mis pensamientos y seguir adelante con la vida. Como Walt Disney dijo: «Cuando creas en una cosa, cree en ella todo el tiempo, de manera implícita e incuestionable».

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