Nos dolió, nos aisló, nos amenazó, nos tocó el bolsillo, nos quitó nuestra paz y nos dejó sin libertad. Terminamos el año 2020 con un sentimiento profundo de furor hacia él. Un sentimiento de desprecio, de cólera y de rabia. ¿Qué se cree este año? Honestamente, ¿qué se cree? Nos quitó casi todo. Cambió nuestro mundo, cambió la forma en la que cada uno de nosotros vive y disfruta de su propia esencia en este planeta. Robó a mano armada un largo año de nuestra existencia. Un año en el cual quién sabe todo lo que podríamos haber hecho. Pero, ¿será que realmente nos lo quitó todo? ¿Nos habrá dejado sin nada? ¿O nos dejó tal vez una de las reflexiones más grandes e importantes de nuestras vidas?

Para empezar, creo que estos últimos doce meses nos dejaron a todos muy claro el hecho de que la salud y la vida de todas las personas que queremos, y la nuestra, son más importante que todo. Lo cierto es que este año tuvo el poder, y lo sigue teniendo, de arrebatarnos en un instante a cualquier ser querido. Me di cuenta de que no hay nada más valioso que tener a toda mi familia bien y sana junto a mí. Primera reflexión del día: aprovechar absolutamente cada momento posible con esas personas que amamos porque nunca sabemos cuándo podrá ser el momento final.

Segundo, simplemente nada en esta vida está asegurado. Nuestra salud, nuestra economía, nuestros negocios, nuestro presente y nuestro futuro, y el mínimo hecho de tener alimento en nuestras mesas no están nunca asegurados. Todo puede dar una vuelta de 180 grados en cuestión de segundos. Por mucha ilusión, planeación, determinación y trabajo duro que tengamos y le dediquemos a algo, un factor externo cualquiera puede evitar que lo logremos sin nosotros poder hacer mucho al respecto. Debemos estar siempre conscientes de que como seres humanos controlamos nuestra vida, por supuesto, pero no tenemos el poder de controlar lo que sucede fuera de nosotros, y eso puede determinarlo todo. Segunda reflexión del día: aprender a convivir con los cambios que inesperadamente se nos presenten y encontrar en lo más profundo de nuestro ser interior la mejor versión de nosotros para poder afrontarlos y salir adelante.

Un valor esencial que creo que no teníamos antes de que viniera esta pandemia, o se nos había olvidado por completo, es ese valor que se llama gratitud. La realidad es que muchas veces, por siempre estar viendo al del lado derecho y por siempre estar queriendo tener más y más, no nos damos ni cuenta de todas esas increíbles posibilidades que cada quien tiene presentes desde ya en sus vidas. Tuvo que venir una tragedia mundial que pusiera en pausa y amenazara cada aspecto de nuestro diario vivir para abrirnos los ojos y darnos cuenta de que realmente no nos falta nada. Si nos ponemos a pensar, vivimos en un país en el que tristemente la gran mayoría de nuestros hermanos chapines no tienen las mismas oportunidades que nosotros. Somos muy afortunados. Tercera reflexión: estar consciente y sumamente agradecido por ser quien eres y por estar donde estás.

Y, por último, me gustaría tocar brevemente el tema de la felicidad. Muchos podrán decir que el año 2020 fue un año infeliz para ellos porque no lograron conseguir ni hacer nada de lo que querían. Yo considero que hay un problema severo con esto, y pienso que la forma en la que la sociedad nos ha sembrado la idea de felicidad es totalmente errónea. Esta idea de que uno va a ser feliz hasta conseguir algo, la cual me parece que está muy mal. Deberíamos de ser y estar felices en todo momento y a toda hora estemos como estemos. Por supuesto que siempre va a haber situaciones difíciles, pero no podemos esperar a ser felices hasta estar en cierta posición, y el día en que paremos de pensar así será el día en el que podremos conocer y vivir verdaderamente lo que la felicidad significa. Reflexión final: la felicidad no depende de nada ni nadie más que de ti.

Autor

Juan Diego Castañeda

Soy una persona a la que le gusta pensar un poco diferente que todos los demás. Me gusta ver al mundo, a mi país y a mi vida de múltiples perspectivas diferentes. A mí me satisface considerarme como un pequeño inversionista, un empresario en formación y el futuro presidente de este increíble país. Quiero formar parte del cambio que como país, como cultura y como sociedad tanto necesitamos. Quiero que junto a mi lector hagamos una buena diferencia.

Artículos del autor