El mundo cambia según quien lo ve y hay realidades tan distintas a las nuestras que parecen de otro mundo.  Hay personas que tienen dificultad para distinguir rostros. Saben que están viendo un rosto, pero han perdido la conexión entre lo que ve y la parte de la memoria que se dedica a identificar. Esto se le llama prosopagnosia. Las personas con este trastorno reconocer a las personas de una forma diferente, desconocen lo que hace única a cada persona. Tal vez, sea bueno que aprendamos un poco a ver como ellos.

La prosopagnosia puede ser obtenida al nacer o por una lesión. Las personas con este trastorno pueden ver los ojos, la nariz, la boca… el contexto. Pero no pueden ver o comprender el rostro de la persona. No reconocen los gestos o las emociones. Esto hace que encuentren nuevas formas de reconocer a las personas. Hace poco leí un libro sobre un hombre que veía el mundo desde esta perspectiva y qué era para él era reconocer a una persona. Dijo: «Se trata de las cosas importantes, como la forma en que su rostro se ilumina cuando se ríen, o la forma en que se mueven mientras caminan hacia ti, o la forma en que sus pecas crean un mapa de las estrellas». Esto me hizo pensar: ¿cuántos de nosotros vemos más allá del rostro? ¿A cuántas personas en verdad conocemos?

Es fácil decir que conocemos a alguien. Lo describimos físicamente y pensamos que lo conocemos. Son pocas las personas que ven más allá de lo que se ve a simple vista. No es fácil conocer a alguien más allá de cómo se ve y lograr conocer la verdadera esencia de la persona, pero siempre podemos intentar. Tal vez solo necesitamos ser un poco más atentos. Darnos cuenta de que cuando la persona está feliz hace algún gesto en especial con las manos. O quizás, cuando está triste encorva un poco más la espalda y se toca un brazo. Se trata de dejar de ver y comenzar a observar. De prestar atención a las personas con las cuales compartimos, porque se merecen ser vistas. Somos mucho más que un rostro, y el mundo se merece conocer lo que nos hace únicos.

Tomate un momento… Abre los ojos y observa. Ve la forma en la que tu mamá dice buenos días. O como tu hermano hace un gesto único cuando gana. O cuando tu papá se despide para ir a trabajar. O la forma en que tu amigo mueve las manos cuando te molesta. Tal vez así podemos conocer más allá del rosto y ver la luz en las personas.

Autora

Ania Carranza

¡Hola! Soy Ania Carranza. Estoy en mi último año de secundaria. Amo todo lo relacionado con el arte. Desde siempre me ha gustado leer, escribir, pintar y la música. Soy de esas personas que quieren y están dispuestas a intentarlo todo. Pienso que el mejor regalo es una sonrisa y que con pasión y dedicación se logra todo.

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