Veterinaria, bióloga marina, criminóloga, actriz, periodista, empresaria o abogada. La pregunta «¿Qué quieres estudiar en la universidad?» ya me agobia y eso que apenas estoy empezando tercero básico. Los adolescentes que cambiamos de opinión todo el tiempo nos vemos en conflicto al momento de decidir qué queremos de nuestro futuro. Lo he visto en mis amigos y amigas mayores. Un par ya se están graduando y la mayoría decidieron estudiar administración de empresas porque quieren hacer dinero. Sus opiniones son las mismas, «Aburrido, es lo mismo que el colegio». Otros pronto tendrán que aplicar a la universidad y aunque tienen oportunidades abiertas en todos los ámbitos no tienen ni idea de qué quieren para su vida. Prefieren no hablar del tema.

Esto probablemente se da porque se nos ha inculcado que la carrera universitaria por la que optemos es la semilla de todo nuestro camino. Se supone que el éxito que alcancemos ahí controla nuestro éxito económico, oportunidades, felicidad… y la lista continúa. Al final, para eso nos preparamos desde que entramos al colegio o por lo menos a secundaria. Pero si pasamos cinco años pensando en qué haremos al graduarnos, y al graduarnos no sabemos qué queremos, ¿será cierto que el colegio realmente nos prepara para algo tan decisivo? Y de no ser así, ¿por qué el sistema educativo tradicional no siempre nos prepara para la vida real?

Empecemos por una autorreflexión. Analicemos cómo nos vemos en unos 10 o 15 años. ¿Cuáles son nuestras metas? ¿Cuál es nuestra visión personal y del mundo? Muchas veces lo que vamos a hacer no es lo que realmente queremos hacer, sino lo que otros quieren que hagamos porque creen que es lo mejor y, muchas de esas veces, terminamos pensando lo mismo que ellos. Al final del día, todos buscamos lo mismo: ser felices. No hay que confundir nuestra felicidad con la de otros. Considero que por eso tantas personas cambian de carrera tantas veces. No es que no sean centrados o que sean tontos, más bien empezaron centrándose en los deseos de otra gente.

Aunque el sistema educativo tradicional nos brinda una gran educación en diversas áreas, hay otras en las que no tenemos preparación. No sabemos algunas cosas realmente importantes, como pagar impuestos o comprar una casa o conseguir un trabajo o incluso emprender en vez de ser empleados. Es más, hay estudiantes que no saben ni cocinar un huevo, pero pretendemos que sí sepan qué quieren hacer con su vida.

Entonces, ¿cuál es la solución para esta inmensa confusión? Necesitamos aprender las habilidades que vamos a usar toda la vida. El sistema educativo tradicional te enseña cómo memorizar puntos, la educación real te enseña cómo conectarlos. Contamos con psicólogos, catedráticos, deportistas, consejeros universitarios, músicos, emprendedores, personas que realmente han experimentado lo que es vivir. Es hora de abrir los ojos al verdadero mundo y a todas sus posibles variables. Aunque obviamente nuestro esfuerzo y dedicación también es clave, no faltan recursos para prepararnos, sino estrategias reales y funcionales. Así que te pregunto, ¿qué vas a hacer al salir del colegio?

Las fotografías para esta columna de opinión fueron tomadas por Mauricio Rodríguez, estudiante de Quinto Bachillerato en el Colegio Internacional Montessori.

Autora

Sophia Solis

Sociable, organizada, creativa y determinada… Esos fueron los principales adjetivos con los que mis amigos me describieron. Mucho gusto, mi nombre es Sophia Solis. En este espacio vas a encontrar de todo, literalmente de todo, pero visto desde mi perspectiva. Hablaré de temas sensibles y superficiales, desde política y salud mental hasta moda y diversión, pero siempre dándole un twist crítico, honesto y con una partecita de mi. ¡Te invito a leer desde mi perspectiva!
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