No me mataron porque no me arrancaron el lápiz de la mano.
No me mataron porque no exhibieron mis crudos pensamientos
en mi cuaderno para el público
como si fuera un homicidio público.
No me mataron porque de mi cabeza
no salen las ideas de lo que puedo plasmar en papel después.
No me mataron porque aún reconozco cada tecla en mi computadora
como un mapa hacia el autodescubrimiento.
No me mataron porque aún puedo escribir.
No me mataron porque, aunque no hablamos,
en mi cuaderno hemos tenido conversaciones.
No me mataron porque aún puedo tomar un lapicero
y perderme por horas.
No me mataron porque yo sigo diciendo lo que debo decir.
No me mataron porque tengo mis dedos manchados de tinta
y no de sangre.
Cuando escribo,
mi imaginación se vuelve realidad en algún lugar.
Un lugar en donde muestro lo mucho que dueles.
Un lugar en el que la vida sí fue como esperaba.
Cuando escribo no soy yo,
soy lo que me hubiera gustado ser.
Me arrancarán el corazón, tal vez.
Me quitarán mis sueños, tal vez.
Me moverán la vida, tal vez.
Ojalá nunca me amarren a una silla,
torturada a verte,
a ver el cuaderno en la mesa y el lápiz.
Ojalá nunca me destrocen así.
Ahí ya me matan.
La imagen de la portada fue diseñada con IA a través de Canva.
Autora:
Camila Cordón
Soy Camila Cordón. Vengo de escritores y lectores; de personas que conectan con las letras. Creo que todos escribimos eso que necesitamos que nos escuchen o que no podemos decir en voz alta. Conecto con la escritura porque es mi manera de ser la versión más genuina de mí. Espero que lo que escriba haga sentir algo a alguien, porque eso es todo lo que quiero.