Querida Masewera:
Qué cosa tan espantosa decir adiós. Decir adiós cuando hay mil otras cosas más que preferiría decir. Creo que, aunque haya tenido un año entero para prepararme para este momento, las emociones eran completamente impredecibles. Son trece años acumulados de felicidad, risas, llantos, tristeza y nostalgia.
Me quedo con lo bueno. No quisiera haber pasado este proceso con ningún otro grupo de personas, pues ellos no entenderían lo que es llegar a la clase una mañana triste y sentir lo que realmente significa ser parte de este grupo.
Me pone triste, aparte, el hecho de que esta es la última vez que voy a poder escribir para este colegio como parte de su alumnado. Este espacio fue siempre tan preciado para mí. Me da mucha satisfacción saber que nunca dejé ningún sentimiento de lado y que fue un espacio genuino para cada etapa de mi vida. Agradeceré siempre esta oportunidad y el valor que me prestaron para tomarla.
Como última aportación a mi colegio, quiero escribirle a mi grado. Mi grado, que tiene un espacio enorme en mi corazón. No siempre estuvimos de acuerdo o nos llevamos del todo bien, pero siempre estuvimos para el otro. Se sabía que, si necesitabas algo, el grado iba a responder. No siempre sabíamos a dónde íbamos o qué queríamos, pero sabíamos que lo queríamos todo juntos. Y yo creo que sí lo logramos. Fuimos todo juntos.
Sé que, en un futuro, el espacio será diferente, y no conoceremos todo de todos. Sé que no compartiremos más tantos aspectos de nuestras vidas y que, en el camino a la adultez, vamos a perder un poco el recuerdo de lo que fuimos. Pero también sé que estos años no fueron en vano. Que las personas en las que nos estamos convirtiendo tienen demasiado que aportar al mundo y que somos capaces de absolutamente todo lo que nos propongamos.
En mi corazón se quedan los buenos recuerdos. Las risas que me recordaban que realmente era mi lugar feliz. Los abrazos que mostraban que era mi segundo hogar. Masewera es mi segunda familia. Son esas personas que cambiaron mi vida de manera excepcional y que, con el tiempo, se volvieron indispensables para mí. Las personas que estuvieron en los altos y en los bajos, que me mostraban cada día cómo ser mejor persona y compañera, a quienes puedo llamar mis amigos de corazón.
Somos un grupo de personas que tiene el mundo en sus manos. Que este sea el inicio de la mejor vida que podamos vivir. Sí, ahora estamos solos, pero eso también es emocionante. Tenemos el mundo abierto para nosotros y para descubrir lo que queremos conseguir y realmente conseguirlo.
Ser personas perfectas será imposible. Pero sí podemos ser personas amables, genuinas, dedicadas, disciplinadas y llenas de amor. Que nunca se nos olvide que el amor nunca es una pérdida. No hay nada más humano que amar, y todo corazón roto es un recuerdo de eso. Estos momentos tristes existen para darle un valor mayor a los momentos felices, y recordarnos que volveremos a estar así. Este no es un final terrible, es un inicio bonito. Un inicio que no tiene que significar todo esto detrás, sino llevarlo con nosotros como el motor para nuestro futuro.
Que se nos permita siempre equivocarnos, con la condición de que aprenderemos de nuestros errores. Que se nos permita recibir muchas cosas buenas en la vida, con la condición de que daremos siempre un porcentaje más. Que se nos permita ser amados, con la condición de amar de regreso y más fuerte.
No sé a dónde iremos, pero espero que sea algo bueno. Agradezco todo lo que tuve aquí, y los momentos se quedan en mi corazón por siempre. Realmente no hay nada como esto. Mi promoción, mi grupo, mi familia. Son todos únicos y capaces de vivir y soñar en grande, porque vienen cosas que harán que todo esto valga la pena. Al futuro le decimos que se prepare, ya que la XXXI promoción del Colegio Internacional Montessori viene a conquistar todo lo que se ponga en su camino.
Y, por favor, nunca nos quedemos con ganas de tirar más fotos.
Autora:

Camila Cordón
Soy Camila Cordón. Vengo de escritores y lectores; de personas que conectan con las letras. Creo que todos escribimos eso que necesitamos que nos escuchen o que no podemos decir en voz alta. Conecto con la escritura porque es mi manera de ser la versión más genuina de mí. Espero que lo que escriba haga sentir algo a alguien, porque eso es todo lo que quiero.




