Guatemala está repleto de personas muy talentosas sin lugar a dudas. Afortunadamente algunas personas deciden no dejar estas aptitudes en secreto, tal como Luis Alfredo Arango, un escritor muy reconocido del país y también abuelo de una querida maestra de Secundaria, María Esther Coronado. Esta es su historia.

En 2018, el colegio, a través de su editorial, Montessori Libros, publicó Poetizar, antología de poesía guatemalteca, que incluye algunos poemas de Luis Alfredo Arango. Lee esos poemas acá:

Luis Alfredo nació en 1936 en Totonicapán. No todas las historias tienen un comienzo feliz, Lamentablemente Arango tuvo una vida muy difícil y complicada emocionalmente, pues quedó huérfano desde una muy temprana edad y, al mismo tiempo, tuvo que cuidar de sus dos hermanas. Al menos, tuvo la oportunidad de llevar una vida tranquila y plena con lo necesario para satisfacer sus necesidades. A pesar de no tener figuras paternas y de carecer de ciertas cosas a lo largo de su vida, decidió no dejar que su pasado lo definiera, por lo que se mudó a la ciudad de Guatemala para comenzar con sus estudios.

Al graduarse y al empezar con su carrera, tuvo que dirigirse al interior del país a un pueblo llamado San José Nacahuil. Tristemente, como en muchos lugares del mundo, en aquel lugar se notaban grandes injusticias sociales y económicas por el simple hecho de pertenecer a una etnia indígena. Luis Alfredo Arango se dio cuenta de que las personas realmente tienen una vida complicada cuando no tienen estudios y viven fuera de la ciudad. Esto le cambiaría la vida por completo. En aquel lugar, Arango conoció a Juana Suret, su esposa, una mujer indígena. Con ella comenzó su nueva familia y regresó a la ciudad.

Mientras la pareja se asentó en la ciudad, sucedió lo que históricamente se conoce como conflicto armado interno y llegaron a experimentar muy de cerca estos eventos, que marcaron nuevamente a Luis Alfredo. No todos los justicieros llevan máscaras como Batman o Robin Hood. Arango también estaba en la búsqueda de justicia para su pueblo, para que todos tuvieran no solo lo que necesitan, sino también lo que merecen, sin embargo, no buscó esto por medio de peleas o armas, sino con versos y palabras. El arte y la poesía eran su medio para protestar. Al mismo tiempo, era amigo de muchos escritores guatemaltecos, como Humberto Ak’abal y Max Araujo. Con esto en mente, se convirtió en uno de los fundadores e integrante de un grupo de poetas llamado Nuevo Signo (los escritores recientemente mencionados no formaban parte). Esta época podría considerarse en una de las más importantes de su vida en cuanto a la literatura, ya que escribía muchísimo sobre todas las arbitrariedades que sucedían a su alrededor en el país. Había muchos obstáculos en su camino, lastimosamente presenció la muerte de muchos de sus amigos y colegas, al punto que hasta consideró irse al exilio; sin embargo, ya tenía una familia, tres hijos, por lo que no sería tan sencillo. Sí, era peligroso hacer lo que hacía, ya que el gobierno perseguía a todas las personas que estuvieran «en su contra». Se encontraba en un callejón sin salida, ya que por un tiempo tuvo que resguardarse a él y a su familia para garantizar su bienestar. En este momento, él se acercó mucho a la Iglesia y comenzó a tener un estilo de vida muy religioso.

Lee esta reseña que Max Araujo escribió acerca de Luis Alfredo Arango:

Regresando a unos pocos años atrás, Luis Alfredo también fue maestro. Él empezó su vida como maestro en San José Nacahuil y luchó mucho por el crecimiento de aquel lugar. Llegó a ser un gran mentor que les permitió muchas oportunidades a las personas de ese pueblo. También trabajó durante mucho tiempo en la ENAD (Escuela Nacional de Arte Dramático). «Yo siempre he dicho que en mi familia ser maestro se convirtió en un gen, es parte de nosotros. Mi bisabuela, la mamá de mi abuelo, era maestra. En mi familia todos son maestros», dice Esther bromeando y contando un dato interesante y divertido de su familia.

Todos realizamos distintas actividades, ¿no? Arango no solo era un excelente poeta, sino también era muy bueno con la pintura, aspecto en el cual influyó mucho. Tuvo la oportunidad de montar varias exposiciones con sus obras plásticas. Además, la colonia donde se ubica su casa está sobre un sitio arqueológico conocido como Kaminaljuyú y, como a él le encantaba mucho la historia, encontraba el tiempo para recolectar piezas que encontraba de este sitio arqueológico, objetos que formarían por muchos años parte de la casa, donde actualmente vive María Esther.

La familia de Arango quedó con un legado muy grande. Esther nos cuenta que tienen la sensación de que no se han hecho cargo de ese legado, ya que después de su muerte muchos de sus textos se dejaron de imprimir y hace que en cierto modo se dejen en el olvido. «Su muerte no solo desequilibró el núcleo familiar, sino también todo lo que conllevaba su nombre», explica Esther. Definitivamente ser parte de la familia Arango puede ser algo con mucha presión. Esther nos cuenta que cuando ella y su hermano entraron a la universidad a la misma carrera, su apellido se les hacía familiar a muchas personas. Debido a que eran los nietos de Luis Alfredo, sentían que debían de cumplir con las expectativas de los demás, lo cual puede ser bastante difícil. Es por ello que tratan de no mencionarlo, aunque están muy orgullosos de los logros de su abuelo. Esther comenta que casualmente, cuando llegó al Montessori a firmar su contrato de trabajo, iba caminando con Jessie, el jefe de área de Español, y se encontraron con Ana María, directora del colegio, quien le contó a Esther que ella y su abuelo habían trabajado antes juntos con RIN 78, el grupo literario y editorial que Ana María ayudó a fundar.

El arte de Luis Alfredo Arango da muchísima inspiración. Esther dice que ella se sintió muy inspirada por su abuelo, especialmente con artes plásticas, ya que le encantaba dibujar. «Cuando yo era pequeña iba a su estudio, pero no tocaba nada, solo me gusta ver las cosas que usaba para pintar. Hasta la fecha yo compro un montón de cosas como crayones, marcadores, lapiceros, pinceles y pinturas que a veces ni tengo tiempo de usar, pero me gusta tenerlas así como él las tenía». Muchas veces, cuando somos jóvenes decimos que no queremos parecernos a nuestros papás o abuelos, tratamos de evitarlo. Esto es lo que decía Esther cuando habla acerca de convertirse en maestra, ya que decía que él no la motivó a querer ser maestra, pero cayó en la cuenta de que realmente su abuelo sí fue una inspiración para tomar esa decisión. «Yo no escogí estudiar literatura, la literatura me escogió a mí, pero también siento que él tuvo influencia».

Una de las anécdotas que Esther y Luis Alfredo tienen juntos es que Esther con su hermano peleaban como típicos hermanos. Ella trataba de quejarse mucho porque sabía que su abuelo siempre la defendería. Normalmente cuando ella lloraba o hacía berrinche, Luis la llevaba a su estudio y hacían algo. Hubo un día que justamente la llevó a su estudio y le leyó un poema que había escrito para ella. Ese poema está incluido en uno de sus libros.

Cuando hacemos algo que nos apasiona, se hacen las cosas más facilidad y felicidad; sin embargo, hay momentos en los que no es tan sencillo. El texto Después del tango vienen los moros fue uno de los que más le costó escribir a Luis Alfredo. En este libro, cuenta la vida de su hermano mayor, quien no era hijo de su mamá, solo de su papá. Como explica Esther, este hermano fue resultado de una aventura de su papá con una empleada, entonces a él y a su mamá, los echaron. Esto provocó que su hermano viviera en la calle, pidiendo limosna y haciendo lo posible para sobrevivir. Arango sufrió mucho viendo a su hermano, ya que en ocasiones lo veía sufriendo en la calle, como si fuera un niño abandonado. Esto demuestra la gran empatía y bondad que Luis tenía hacia los demás, ya que trataba de hacer lo posible para que el prójimo estuviera feliz y buscaba una vida sencilla.

Luis Alfredo Arango definitivamente merece todos los reconocimientos que ha recibido, ya que utiliza su pasión para el bien. Entre los premios que ha obtenido, se encuentra el Premio Nacional de Literatura Miguel Ángel Asturias; de hecho, él fue la primera persona en recibirlo. Aunque la mayoría está de acuerdo en que Arango es merecedor del premio, una persona no pensaba igual. Este escritor, conocido como Marco Antonio, El Bolo, Flores, se enfadó mucho de que Arango hubiera conseguido el premio, por lo que comenzó a escribir en el periódico para dañar su reputación, sin embargo, Luis Alfredo decidió no quedarse sentado sin hacer nada, ya que él respondía también por el periódico. Ahora si se quiere hacer eso es por medio de Twitter, pero aquellos eran tiempos distintos.

Es un orgullo tener a personas como Arango dentro de la cultura guatemalteca, fortaleciendo y luchando por los derechos de todos sin importar su etnia. Debemos sentirnos inspirados por él, para que así nuestra sociedad pueda florecer. No duden en luchar por la justicia y por el bien del prójimo. Todos somos capaces de hacer un cambio para el bien, y Luis Alfredo es un ejemplo claro de ello.

Acá puedes leer más acerca de Luis Alfredo Arango:

Autora

María José Quezada

¡Hola! Mi nombre es Majo Quezada y disfruto leer y escribir. Para mí, leer es cuando puedo liberarme, imaginar y expresar lo que siento. A menudo imagino que estoy en la época medieval. Es por eso que mucho de lo que escribo es sobre personajes fantásticos como héroes y princesas; sin embargo, también me gusta estar al tanto de lo que pasa en el mundo actual. Me gusta pensar que soy una persona un poco anticuada, pero moderna a la vez. Disfruto de casi todos los géneros de música, bailar, salir a fiestas y cosas normales que hacen los adolescentes. Imaginar para mí es un medio para organizar mis pensamientos y seguir adelante con la vida. Como Walt Disney dijo: «Cuando creas en una cosa, cree en ella todo el tiempo, de manera implícita e incuestionable».

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