Les escribo a todos aquellos que se quedan. Los que tienen la suerte de regresar y de volver a vivir. De volver a abrazar y aprender. Los que conocerán a todos aquellos que yo dejo atrás. Les escribo con un corazón lleno de envidia. Envidia de lo que serán y no podré experimentar. Qué dicha la de algunos que no la conocen.
El regresar a ese día, hace tanto tiempo. Ese día cantando, con el sonido de ochenta y ocho estudiantes de fondo. Con el colegio esperando de brazos abiertos, como siempre. Con la falta de sueño encima, como una manta durante todo el día. Ese día en donde este día se veía tan lejano. En donde un año entero tenía infinitas posibilidades.
Qué envidia les tengo a todos aquellos que tienen ese día por delante. Que sí tienen otro año lleno de posibilidades. Envidia tengo, pues, aunque quise de corazón, no logré todo. Mi corazón se queda con anhelos de momentos inconcebibles. Con sueños que se quedan aquí, esperando habitar el corazón de alguna persona que cruzará esto después de mí. Sueños que estoy segura de que no son míos, sino heredados de aquellos que sintieron lo mismo que siento yo hoy.
Escribo dejando esto en tus manos. Este lugar, estos sueños, estas responsabilidades. Te escribo a ti, que sé que puedes. Que sé que puedo confiar en ti. Dejo en tus manos estos momentos, pidiéndote que disfrutes cada uno de ellos. Que gastes toda suerte que puedas y te arriesgues. Dejo los sueños, los anhelos y los buenos deseos. Pero te dejo también mi corazón.
Te dejo el pedazo de mí que queda en este lugar. Es un gran pedazo que, en los trece años que estuve aquí, se fue expandiendo a tal punto que no sé qué dejo y con qué me voy. Dejo a la niña pequeña que entró con su mochila más grande que ella, con los nervios por el cielo y con ansias de conocer el mundo. Me voy ahora para conocerlo de verdad, pero te dejo lo que conocí y aprendí estos años.
Que las ganas de aprender nunca se te vayan. Que los sueños que tienes en tu corazón se cumplan gracias a tu trabajo duro y tu esmero. No dudo que llegarás a ser grande. No dudo que este lugar te dará las herramientas para lograrlo. Cuídalo como algo preciado, porque eso es. En cuanto sientas, el tiempo pasó enfrente tuyo y no te diste cuenta.
Aprovecha cada momento. Siente cada emoción. Abraza a la gente más fuerte. Di las palabras que necesitas decir. No tengas miedo de arriesgarte. Lo más importante es seguir nuestro corazón siempre. Él sabe por qué nos dice lo que nos dice. Cada momento es valioso y esencial, por lo que es importante recordar que nunca se repetirán. Que nunca te sobre tiempo, aprovecha todo lo que se te dé.
La vida no siempre dará lo que queremos, pero sí lo que necesitamos. Estamos donde debemos estar, y es importante tomar eso y usarlo a nuestro favor. La vida trae mil sorpresas y mil vueltas, por lo que es importante estar agarrados de nuestros asientos y disfrutar cada parte. Te dejo con el deseo de que puedas dejar algo así cuando te vayas tú.
La imagen de la portada es parte del archivo Montessori.
Autora:

Camila Cordón
Soy Camila Cordón. Vengo de escritores y lectores; de personas que conectan con las letras. Creo que todos escribimos eso que necesitamos que nos escuchen o que no podemos decir en voz alta. Conecto con la escritura porque es mi manera de ser la versión más genuina de mí. Espero que lo que escriba haga sentir algo a alguien, porque eso es todo lo que quiero.




