Lo hemos visto todos en las noticias y redes sociales. El pasado 20 de julio, Jeff Bezos, el fundador de la famosa compañía de comercio electrónico Amazon, cumplió un sueño que había tenido durante toda su vida al viajar al espacio junto a otros tres pasajeros a bordo de New Shepard, una nave espacial construida por Blue Origin, su propia compañía de transporte aeroespacial.

En el aniversario número cincuenta y dos del primer alunizaje, New Shepard, llamado de esta manera en honor a Alan Shepard, uno de los primeros astronautas estadounidenses y el quinto hombre en poner pie en la superficie lunar, despegó en Corn Ranch, un terreno perteneciente a Bezos, al norte de Van Horn, un pequeño pueblo al oeste de Texas. Su tripulación estaba conformada por Oliver Daemen, un estudiante holandés de 18 años, Mary Wallace Funk, una aviadora estadounidense de 82 años, Jeff Bezos y su hermano Mark Bezos. Se elevaron 96 kilómetros hasta descender lentamente de regreso a la superficie con el apoyo de tres paracaídas. A pesar de que la excursión duró un total de once minutos, los tripulantes solo pudieron experimentar la falta de gravedad por tres de estos.

El propósito de esta corta expedición, además de permitir a estas cuatro personas vivir una experiencia única que es el sueño de muchos, fue recaudar dinero para apoyar a organizaciones que promueven el estudio científico y tecnológico. Se puede decir con seguridad que el viaje cumplió este fin, ya que se recaudaron 219 millones de dólares, 200 de los cuales se donaron al Museo Nacional del Aire y del Espacio Smithsonian. Los 19 millones restantes se dividieron entre 19 fundaciones que apoyan a nuevas generaciones de profesionales en los campos mencionados con anterioridad.

Al contrario de lo que muchos piensan, Jeff Bezos no es la primera persona en viajar comercialmente al espacio en una nave espacial de su propia compañía. Una semana antes de que el multimillonario despegara, el empresario inglés Richard Branson había viajado al espacio a bordo del Unity, un avión cohete que su propia empresa Virgin Galactic lleva construyendo desde hace 17 años.  Su viaje duró un poco más de una hora.  A este empresario, a diferencia de Jeff Bezos, sí se le fueron otorgadas las «alas de astronauta», un reconocimiento que la Autoridad Federal de Aviación de los Estados Unidos (FAA) otorga a astronautas profesionales, militares o comerciales que hayan alcanzado una altura de 100 kms.

Debido a que New Shepard no alcanzó esta altura, y ninguno de sus tripulantes maniobró la nave, no se les otorgó dicha insignia.

Estas dos excursiones podrían ser el inicio del mercado de los viajes espaciales comerciales. Blue Origin ha anunciado que planea realizar viajes espaciales turísticos en un futuro cercano. Se tiene pensado cobrar alrededor de 200,000 dólares por asiento en New Shepard, cuya capacidad es de seis personas. Esto abre la posibilidad de que estos viajes se vuelvan más accesibles con el tiempo.

Jeff Bezos y muchos otros han contribuido a la exploración espacial al consolidar las bases de la creciente industria del turismo espacial, y, ¿quién sabe? Tal vez nosotros también podremos visitar las estrellas en un futuro no muy lejano.