Para este momento, seguramente ya han recibido miles de mensajes de amor, felicitaciones, enhorabuenas y todo lo que engloba la maravillosa trayectoria de su querido Luis Carlos.
Mis líneas, hoy, son producto de la inspiración y la ilusión que nos dan estos estos grandes momentos que nos han regalado, tanto de su vida como de la participación tan impecable de Luis Carlos en los Juegos Olímpicos en Tokio. Como exalumna y mamá actual del Colegio Internacional Montessori, pero sobre todo como guatemalteca, siento y me atrevo a decir en plural «sentimos», nuestros todos sus logros. Tanto que agradecerles a ustedes, su hogar, su primer amor, por la confianza y el apoyo que le han dado a Luis Carlos, y con ello permitirnos al resto conocerlos, sus vivencias, testimonios, alegrías y penas, que hoy se traducen en recompensas y corazones desbordados de tantas emociones. Sé que no ha de ser fácil el camino, pero tengo la certeza de que cada obstáculo solo los ha fortalecido y nos demuestra a todo un país como el nuestro, tan hermoso que tenemos, que sí es posible y que querer es poder; frases que muchas veces se dicen o se escriben sin hacerlas vida.
Sepan que hemos vibrado junto a ustedes, que nos inspiran, nos unen, nos invitan a fijar nuestra atención en el desarrollo de nuestros talentos; el agradecimiento se queda corto en este escrito, pero intento trasladarles mi cariño. A los entrenadores y maestros de la vida de Luis Carlos, un profundo respeto a su labor; a ustedes, fraternales abrazos colmados de admiración, y a nuestro orgullo chapín, Luis Carlos, desde esta humilde pluma, ovación de pie por su constancia, disciplina y pasión por su deporte, gracias por dignificar a nuestra Guatemala con lo que mejor sabe hacer, por su entrega de la manera más auténtica y por inspirarnos de esta manera a chicos y grandes.
¡GRACIAS DE CORAZÓN!