En un lugar muy muy cercano, vivían 93 príncipes y princesas, que durante muchos años compartieron y disfrutaron innumerables aventuras juntas.
  
Un mágico día de agosto, las trompetas reales hicieron la llamada a la última actividad que, en conjunto, los cursos de Comunicación y Reading, llevarían a cabo con ellos.
  
La alfombra roja del castillo dio la bienvenida a todos los invitados, quienes llegaron vestidos como un personaje de la realeza de Disney. Su elección debía basarse en características de personalidad más que en un parecido físico. 

Aunque el salón relucía con tan hermosos atuendos y decoración, lo que en verdad iluminaba aquella gala tan especial, era la valiosa joya que cada alumno llevaba en su pecho: su corazón; y esa era precisamente la razón por la cual estábamos todos reunidos allí.

El Hada Madrina y Campanita, fueron las encargadas de distinguir a cada uno con la orden  del valor que los ha caracterizado durante este año. Sus varitas se vaciaron sobre ellos con la esperanza de que no pierdan con los años las virtudes de su niñez, pues  están seguras, de que si conservan esa magia en sus corazones, vivirán felices para siempre.